驴Por qu茅 Messi no juega en la Selecci贸n como lo hace en el Barcelona? La pregunta se repiti贸 y se repite hasta el hartazgo. Como si con el interrogante no bastara, tambi茅n abundan las respuestas, algunas l贸gicas, pero muchas de las otras: 鈥渘o siente la camiseta鈥, 鈥渟e cuida las piernas鈥, 鈥渆s pecho fr铆o鈥, 鈥渆st谩 inflado, en la Selecci贸n no demuestra nada鈥... Frases como 茅sas llevan a no poder disfrutar de un crack, que a los 22 a帽os todav铆a no tiene techo y que se encuentra con una presi贸n extra, como si tener que demostrar que es el mejor jugador del mundo en cada partido que juega ya no lo fuera.
No es cierto que Messi nunca haya rendido con la camiseta argentina. Fue absolutamente determinante para el t铆tulo en el Mundial juvenil de Holanda 2005, en el que result贸 goleador y elegido mejor jugador del torneo. Tambi茅n brill贸 en la Selecci贸n Ol铆mpica que obtuvo la medalla dorada en Beijing. Y adem谩s, sin ser tan determinante, tuvo buenas actuaciones en la primera parte del ciclo Basile, con la Copa Am茅rica 2007 como pico de rendimiento. Claro que, en la comparaci贸n, pareciera que nunca hizo nada.
鈥淢essi es el mejor del mundo en la Selecci贸n y en el Barcelona, y 茅l lo sabe. La diferencia es que all谩 tiene cinco o seis opciones de pase y eso es imposible de marcar.鈥 El an谩lisis le pertenece a Juan Rom谩n Riquelme y pone de manifiesto una realidad futbol铆stica incontrastable. Con la propuesta de Barcelona, para los rivales es impracticable focalizarse s贸lo en Messi, porque aparecen otras variantes que pueden lastimar. Y Messi aprovecha esas alternativas para potenciar su juego: hace pesar su gambeta en velocidad en el uno contra uno, puede picar al vac铆o para recibir las asistencias de sus compa帽eros o se puede asociar al toque de un conjunto que nunca rifa la pelota. En ese contexto, Messi se siente protegido por un equipo que lo contiene y que le permite disimular lagunas y hasta partidos malos. Y que, adem谩s, le permite lucir como la joya m谩s reluciente.
鈥淓s como Michael Jordan鈥, lo describi贸 hace poco su entrenador en Espa帽a, Pep Guardiola. La comparaci贸n es bien v谩lida. Se le podr铆a agregar que el catal谩n es como Phil Jackson, el entrenador que le arm贸 un equipo alrededor para que el genio explotara al m谩ximo.
En el mejor equipo del mundo, a Messi siempre le llega la pelota limpia. En el borde del 谩rea chica, en la medialuna o a setenta metros del arco, sus compa帽eros, con Xavi e Iniesta a la cabeza, se encargan de entregarle el bal贸n en una posici贸n favorable, que le facilita su arranque explosivo. En la Selecci贸n le ocurre lo contrario. Se lo busca en situaciones comprometidas, rodeado de adversarios, casi obligado a una maniobra genial. As铆, las posibilidades de que las concrete se disminuyen. Deben resolverlo sus compa帽eros y Maradona en los 煤ltimos 20 d铆as antes del Mundial.
La posici贸n en la cancha no debiera ser un problema. Aquella primera impresi贸n de que Messi deb铆a moverse como extremo derecho, con la posibilidad de enganchar para su mejor perfil y sacar el zurdazo al arco, es pasado. Gracias al crecimiento que le aport贸 Guardiola, puede moverse detr谩s de dos delanteros fijos, como extremo, como punta m谩s adelantado, casi como un viejo centrodelantero, o con libertad por todo el frente de ataque. En todas las funciones demostr贸 que no hay manera de frenarlo. El desaf铆o pasa por armarle una Selecci贸n que lo proteja y lo contenga en los malos momentos. S贸lo con eso, Messi, en sus ratos m谩gicos, se encargar谩 de mejorarla, darle brillo y ponerla como principal candidato al t铆tulo.
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