Cosas que debes saber
A. M. Homes
Anagrama
244 páginas
Pensar en la norteamericana A. M. Homes –egresada de los talleres literarios de Grace Paley y Angela Carter– como en la hija imposible de John Cheever y Dorothy Parker unida para siempre a su hermano siamĂ©s Todd Solondz. Es decir: la epifanĂa casi religiosa a la hora del infierno cotidiano del primero, la acidez entre Ă©pica y vencida de la segunda y, del tercero, esa vocaciĂłn casi compulsiva por iluminar las zonas más oscuras y perversas de gente tan supuestamente normal como cualquiera de nosotros.
AsĂ, en las novelas y en los cuentos de Homes –donde los extremos siempre se tocan y se enredan– nos encontramos con una psicoanalista obsesionada hasta el delito por la certeza de que una joven paciente es la hija que dio en adopciĂłn hace años (Toda una madre, 1993). O con una pareja que, luego de dejar a los hijos con la abuela, se zambulle en un fin de semana de sexo, drogas y más drogas; o con un chico seducido por la muñeca Barbie de su hermana; o con un abogado que todas las mañanas se dedica a orinar la planta de su jefe (The Safety of Objects, 1990). O con la angustia de un salingeriano adolescente asistiendo a la desintegraciĂłn de su familia luego de que su padre decida “volverse gay” (Jack, 1989). O con un abusador de menores cruza de Humbert Humbert y Hannibal Lecter carteándose desde la cárcel con una jovencita tal vez más enferma que Ă©l (El fin de Alice, 1996). O con un matrimonio obsesionado por “conseguir que las cosas vuelvan a funcionar correctamente” por el mĂ©todo de arrasar todo lo que se les pone en el camino (MĂşsica para corazones incendiados, 1999).
Cosas que debes saber no agrega nada nuevo a este paisaje y está bien que asĂ sea. Homes –al igual que su colega Mary “Secretary” Gaitskill– tiene perfectamente claro sobre lo que quiere escribir y, tambiĂ©n, que no hay nadie como ella a la hora de revelar estas polaroids deformantes que, paradĂłjicamente, acaban ofreciĂ©ndonos una imagen mucha más clara de la pesadilla que quiere esconderse tras la máscara del insomne y muy medicado Sueño Americano. La Ăşnica diferencia es que con el correr de los años –y de los libros– Homes parece cada vez más y mejor dispuesta a no dejar tĂłtem sin escupir y tabĂş sin transgredir. Por lo que Cosas que debes saber puede disfrutarse como una visita inconfesable a un freak show donde –recordar ese mantra/cantinela “Uno de nosotros, uno de nosotros” del film maldito de Tod Browning– nunca queda del todo claro quiĂ©nes son los fenĂłmenos de feria y quiĂ©nes los espectadores. Pasen y vean: ancianas con chips implantados, budistas invasores, socorristas deseados, suicidas en cámara lenta, pandillas juveniles y anfetamĂnicas y en celo permanente y –en esa obra maestra que es “La ex primera dama y el hĂ©roe del fĂştbol americano”– una tan implacable como sensible visita al hogar de un Ronald Reagan devastado por el Alzheimer y de una Nancy Reagan que ya no sabe cĂłmo dominar a un esposo que se cree cowboy y la llama “mami”.
Tan feroz como Bret Easton Ellis pero menos rara que David Lynch y lejos de los experimentos formales de David Foster Wallace o Rick Moody (uno de los atractivos más irresistibles de las ficciones de Homes es su aparente sencillez y legibilidad, pero sin anestesia a la hora de narrar situaciones monstruosas), esta escritora vuelve a demostrar en estos once relatos que continĂşa siendo la reina de ese planeta donde todas las amables situation comedies parecen haber enloquecido y en las que, en lugar de risas grabadas al fondo, se escucha el ruido cada vez más blanco y encandilante de un negrĂsimo y humorĂstico alarido negro. Digámoslo asĂ: en el mundo segĂşn Homes, en Cosas que debes saber, como si espiásemos por el ojo de una cerradura, al fin nos enteramos de lo que hacen los friends MĂłnica y Chandler y Rachel y Joey y Ross y Phoebe cuando creen –o no, quiĂ©n sabe– que están solos y que nadie los mira o los escucha.
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