El inquisidor
Patricio Sturlese
Plaza & Jan茅s
473 p谩ginas
En las Apostillas a El nombre de la Rosa, Umberto Eco confesaba o fing铆a haber escrito para saciar sus 鈥済anas de envenenar a un monje鈥. Y se podr铆a aventurar que no s贸lo un semi贸logo erudito medievalista de Bologna, sino todo aquel que emprende ficciones sobre el misterio del clero y de la fe, alg煤n perverso fin (vender millones de ejemplares, por ejemplo, se le cumpli贸 a Dan Brown) persiguieron y persiguen todav铆a.
El inquisidor, primera publicaci贸n del argentino Federico Sturlese, se inscribe en esa misma l铆nea de la novela hist贸rica con perfume de abad铆a 鈥揺n tanto recrea cierto ambiente de 茅poca, introduce personajes que existieron en una trama principal detectivesca y de pura ficci贸n鈥. 驴Cu谩l ser谩 su perverso fin?
Un inquisidor implacable se ve instalado en el v茅rtice de las rivalidades de dos congregaciones y es instado a cumplir como esclavo una misi贸n cuyo fin ignora. Aparentemente el diablo y sus esbirros planean destruir a la Iglesia. La historia ronda los claustros de la inquisici贸n italiana del siglo XVI y tambi茅n la rec谩mara del papa Clemente VIII mientras pone en contexto medieval la moral del que pregunta, tortura y no cumple con su palabra en pos de la ortodoxia o de intereses personales. De haber sido escrita en la d茅cada del 鈥80, se la habr铆a acusado de hija bastarda de las aventuras de Adso y Guillermo de Baskerville. Pero como es reciente, la tentaci贸n es relacionarla con el fen贸meno C贸digo Da Vinci. Lo cierto es que, a pesar de los parentescos, El inquisidor se aleja a su manera de los dos best sellers: no polemiza con la Iglesia y no busca el esc谩ndalo en alguna verdad poco revelada. Los m茅todos de tortura son cruentos pero no son novedad, las intrigas de 茅poca y la turbulenta sexualidad en traje sacro tampoco escandalizan a los fieles. A su vez, descarta toda biblioteca borgeana, alusi贸n culta y pretensi贸n filos贸fica, m谩s all谩 de cometer algunas bromas, como por ejemplo la de tomar prestado de la ciencia-ficci贸n el nombre del libro maldito que se le encomienda buscar al protagonista.
Porque es as铆: el Inquisidor General de Liguria, Angelo DeGrasso, comienza a escribir estas memorias en cuanto sus superiores lo convocan para obtener una confesi贸n sobre d贸nde se oculta el prohibido y sat谩nico Necronomic贸n. Luego de interrogar, torturar y quemar al supuesto brujo, se le encomienda partir al Nuevo Mundo con una misi贸n que se le revelar谩 durante el trayecto. El inquisidor va a ciegas mientras descubre p谩gina tras p谩gina que 茅l tambi茅n es v铆ctima de una intriga que comenz贸 mucho antes, tal vez el d铆a de su propio nacimiento.
Si El nombre de la rosa examinaba las relaciones entre saber y poder en el marco de una Edad que para Eco es la infancia del presente, El Inquisidor se lanza por completo a narrar una aventura con las armas y hasta con el lenguaje de las traducciones espa帽olas del siglo XIX. Su personaje esquem谩tico, pero no por ello malvado, y vulnerable al mismo tiempo parece un digno descendiente de la factor铆a de Alejandro Dumas. Con un avezado manejo de los tiempos, Sturlese entregar谩 escenas de sexo cuando la intriga amenace con diluirse y crear谩 suspenso donde haga falta para que la atenci贸n no se ausente ni una p谩gina. Con este mismo 谩nimo folletinesco, ciertas inc贸gnitas quedan abiertas. Perverso fin: dejar a los lectores esperando una continuaci贸n.
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