Cuentan los que trabajaron de cerca con 茅l, durante a帽os, en la edici贸n norteamericana de Vanity Fair, que Dominick Dunne siempre empezaba a contar algo con la misma frase: 鈥淒茅jame que te describa la escena鈥. Y todos sin excepci贸n coincid铆an en que lo que ven铆a despu茅s era, invariablemente, una historia formidable. Una historia verdadera que el hombre dunneizaba mejorando el tempo dram谩tico, subrayando detalles y, por que no, de tanto en tanto a帽adiendo alg煤n detalle de su cosecha pero que resultaba imprescindible para terminar de comprenderla, para hacer m谩s real a煤n.
Y fueron muchos los a帽os 鈥搈谩s de media vida鈥 que Dunne demor贸 en descubrir esta rara forma de genio que, para muchos, lo ascendi贸 a una suerte de Truman Capote pocket/diet/light y, para otros, lo convirti贸 en alguien con un mayor talento y tacto a la hora de tratar a los ricos y los poderosos sin que estos lo expulsaran de su infernal para铆so.
As铆, Dunne tom贸 una copa de chismes que Capote ya hab铆a servido 鈥搚 por la que hab铆a sido desterrado del Upper East Side al publicar 鈥淟a C么te Basque鈥 en 1965, en Esquire鈥 y, astuto, lo convirti贸 en un best-seller internacional. Todo narrado por un tal Basil Plant: una especie de Truman Dunne investigando, a sangre fr铆a, un difuso episodio ver铆dico y criminal en la alta sociedad neoyorquina que Life denomin贸 como 鈥淓l Tiroteo del Siglo鈥. A saber: lo que sucedi贸 la noche del 30 de octubre de 1955: la muerte 鈥渁ccidental鈥 del heredero William 鈥淏illy鈥 Woodward, Jr. a manos de su esposa Ann Woodward, hasta entonces conocida por su mala punter铆a, quien no demor贸 en ser exculpada y protegida por su suegra, Elizabeth Woodward, para 鈥渘o dar que hablar鈥 y todo eso.
Ann se suicid贸 con pastillas cuando supo de las intenciones de Capote de 鈥渞eabrir el caso鈥 y Elizabeth coment贸: 鈥淏ueno, ella mat贸 a mi hijo y Truman la mat贸 a ella, y ya no tendremos que preocuparnos del asunto鈥.
El resultado de todo lo anterior en manos y pluma de Dunne, Las dos se帽oras Grenville, de 1985, alguna vez en Grijalbo y ahora rescatada por Libros del Asteroide; primer gran 茅xito nunca superado de Dunne en el g茅nero de la gossip-novela y del best-seller 脿 clef; aunque tambi茅n se haya arriesgado en entregas posteriores y con gracia a chapotear en el fango din谩stico de encarnaciones ficticias-no-ficticias de los Kennedy y a alguna reaparici贸n de Plant, quien cada vez se parec铆a menos a Capote y m谩s a 茅l, es exactamente aquello que deber铆a tener la obligaci贸n de ser todo aquello que sube a la lista de m谩s vendidos: una gran trama, muy bien contada, y con una prosa cuya funcionalidad no renuncia a destellos de elegancia y, por qu茅 no decirlo, un genio apto para todo p煤blico y lector. 鈥淪oy un recept谩culo de secretos ajenos y hace tiempo que he entendido que guardar un secreto no tiene sentido鈥, se lee en la p谩gina 373 de Las dos se帽oras Grenville.
Y, claro, es una l谩stima que ya no haya alguien como Dunne para contar la novela de Dunne. Material no le hubiese faltado, hay material de sobra.
Algunas p谩ginas sueltas posibles... Dominick Dunne (Estados Unidos, 1925-2009) luch贸 en la Segunda Guerra Mundial y fue condecorado, fracas贸 como productor de cine y TV, cay贸 en el alcoholismo y la drogadicci贸n y fue descartado como perdedor hollywoodense. Y, cuando todo parec铆a perdido, triunf贸 con Las dos se帽oras Grenville. Fue, desde 1984 hasta su muerte, una de las firmas recurrentes e imprescindibles de Vanity Fair. Las dos se帽oras Grenville fue miniserializada por la NBC en 1987 con relativo brillo. Pero, mejor, buscar y encontrar a Dunne en persona como anfitri贸n de su propio espacio tribunalicio en Court TV o como estrella del bio鈥揹ocumental Dominick Dunne: After the Party.
Luego de que su hija, la actriz en ascenso Dominique fuese estrangulada por su novio (su otro hijo es Griffin, protagonista de After Hours de Scorsese), Dunne 鈥揳 modo de catarsis/terapia鈥搒e convirti贸 en experto cronista judicial. Report贸 con precisi贸n e iron铆a los juicios m谩s estelares: entre otros, los de Claus von B眉llow, O.J. Simpson, los hermanos Men茅ndez, Robert Blake, Phil Spector y鈥揳 pedido de Tina Brown, para su debut en Vanity Fair鈥 el del asesino de su hija.
Dunne fue hermano del tambi茅n escritor John Gregory Dunne, autor de Confesiones verdaderas, guionista de cine y casado hasta el final con Joan Didion. No fue una relaci贸n f谩cil. Competencia, celos y, finalmente, una reconciliaci贸n/obituario emotiva de Dominick para John Gregory. En las p谩ginas de Vanity Fair, por supuesto.
Dunne 鈥搎uien se defin铆a como 鈥渂isexual c茅libe encerrado en un armario鈥濃 dec铆a ser 鈥渆l tipo de persona a la que la gente le cuenta cosas鈥.
En su funeral 鈥揻ue expreso pedido y 煤ltima voluntad鈥 se escuch贸 鈥淎nything Goes鈥, de Cole Porter.
Y fue una velada de lo m谩s concurrida.
Estuvieron todos.
D茅jame que te describa la escena.
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