El conjunto de trabajos, materializados con una percepción austera y certera, incluye no sólo fragmentos urbanos sino también la presencia de figuras humanas tan estáticas como la misma arquitectura retratada en su obra. Es un llamado a la contemplación y a la introspección, cada segmento de ciudad retratada se transforma en ejercicios firmemente reflexionados que viran a espacios escenográficos, perdiendo la velocidad y la inmediatez del momento.
En la presentación de la muestra, Roux trae a colación a la Odisea, con la reflexión del viaje y su posterior traslado a la pintura y aclara que esta muestra “es un relato plástico, un cuento maravilloso que para ser contado necesitó al inicio, como todos los cuentos, un brujo real o imaginario que le hablara de los orígenes, del pasado, del sentido mítico de las cosas existentes. El relato plástico ya concretado en estas pinturas es una metáfora que guarda en las profundidades rastros del ritual del conocimiento”.
Hasta el martes incluido se pueden ver estos trabajos en el Taller Guillermo Roux, en Villarroel 1438, Chacarita. La muestra se desarrolla en un espacio del mismo taller en el que Durmüller ejerce la docencia.
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