Dos EPs que alcanzaron el status de grabaciones mÃticas, espÃritu adolescente, un puñado de canciones combativas y el aroma de las tuberÃas de Nueva York hicieron de Madball uno de los grupos más enérgicos y carismáticos de la escena hardcore de la Gran Manzana a comienzos de los ‘90. A ocho años de su anterior visita, estos abanderados del volumen sideral regresan a la Argentina en el marco de la gira sudamericana de Legacy, su último disco.
“Vamos a hablar en españolâ€, sugiere gentilmente Freddy Cricien recién llegado a Buenos Aires. Y no es un capricho de gringo en plan experimental. De madre cubana y padre colombiano, la voz cantante del cuarteto aún mantiene su idioma materno, aunque conserva sentimientos encontrados entre su actual hogar y la isla caribeña.
“Mis padres residen en los Estados Unidos, pero tengo familia en Cuba. Allà están mis primos y mis tÃos; hasta mis abuelitos murieron en Cuba. No suelo meterme mucho en polÃtica, pero no apruebo la situación por la que tiene que pasar esa gente. Posiblemente el señor que está al mando tuvo buenas intenciones al comienzo, pero la gente hoy sufre y no llega a tener las comodidades que él tieneâ€, se queja Freddy en perfecto castellano.
Su historia, como la de Madball, no se inicia en las tierras de Fidel sino en el corazón de New Jersey. AllÃ, en el seno de una casa austera, Cricien se acostumbró a levantarse tarde, comer salteado y tener como banda de sonido cotidiana discos de Negative Approach, SSD, Sick Of It All y, por supuesto, Agnostic Front. Todos exponentes de la movida visceral neoyorquina que lo influenciarÃan desde chico: “Yo tenÃa doce años y ya estaba tocando música. A los dieciséis hice mi primera gira y a los dieciocho firmé mi primer contrato de grabación. No habÃa forma de que no terminara tocandoâ€.
Sucesores por derecho y sangre de AF (Roger Miret es el hermano mayor de Freddy), debutaron en 1994 con Set It Off, un brillante, brutal, salvaje y demoledor álbum de hardcore de la “nueva escuelaâ€, que levantó una incipiente polémica por sus letras y por la portada, donde se ve a un recién nacido portando un arma en brazos de un adulto. El revuelo no terminarÃa allÃ: la tapa del incendiario Demonstrating My Style de 1996 mostraba un cuerpo muerto sosteniendo en su mano una carta de poker. Chicos jodidos.
—¿Es verdad que tu primera vez en un escenario fue a los siete años?
—SÃ, es verdad. La primera vez que me monté en un stage a cantar fue con Agnostic Front cuando yo tenÃa siete jóvenes añitos. Estaba muerto de miedo. Miraba a mi hermano, que era el cantante, y no me salÃan las palabras. Ensayaba balbucear algunas canciones, pero no esperaba que me dieran el micrófono para cantar. Pero me animé y canté. Después eso se volvió una tradición y cuando estaba con Agnostic Front me pedÃan que cante, porque la gente también pedÃa al “peladito†simpático, que era yo.
—¿Es Madball hoy una banda de culto?
—No lo sé. Nosotros siempre decimos que somos una banda hardcore, aunque posiblemente tengamos algo de artistas de culto. Quisiera aclarar que no nos sentimos representantes de la escena de Nueva York sino de la escena mundial de hardcore. Hemos estado haciendo esto durante mucho tiempo y damos gracias a Dios que gran parte de la juventud aún nos entiende y gusta de nuestro estilo. Conozco fans de Madball de cincuenta y de diez años, asà que siento que somos universales.
—Mucha gente acusa a las bandas hardcore de Nueva York de tener un discurso racista y fascista. ¿De dónde nace esa afirmación?
—Mirá, en Nueva York nunca he visto manifestaciones fascistas que se desprendan del hardcore. No sé de dónde sale eso porque estamos hablando de una ciudad que está compuesta de gente de todas las razas: italianos, jamaicanos, afroamericanos, latinos y de todo tipo. Sà hay sitios en los Estados Unidos donde existe gente que aprueba esa forma de pensar y de vivir, pero eso pasa en todo el mundo. Lo peor de todo es que esos grupos, que tienen un interés marcado en el hardcore, nos hacen quedar muy mal y nosotros no lo podemos controlar. Además, el nazismo y el fascismo va en contra de todo lo que soy yo, que me crié con gente de todas las razas. Eso me ofende de verdad.
—¿Qué pensás de la administración de George Bush?
—Siempre dije que la polÃtica no es para mà y Madball nunca fue un grupo de proclamas polÃticas. Si bien hablamos de cosas callejeras y situaciones de la vida cotidiana, todos tenemos nuestra propia opinión. Para serte sincero, no me gusta como está mi paÃs ahora, pero yo amo a mi paÃs. ¿Qué podrÃa decirte? Tiene diferentes culturas y existen muchas oportunidades, por eso no me gusta hablar mal de Estados Unidos. Lo que sà te puedo decir es que no estoy muy feliz con los que están manejando el barco. La polÃtica tiene cosas muy jodidas y Bush también las tiene. Disculpando la expresión, creo que la están cagando por todos lados.
—Hace poco, Pete, de Sick Of It All, dijo que la escena hardcore de los barrios de Nueva York no es la misma. ¿Pensás lo mismo?
—Yo entiendo lo que dice Pete, pero creo que todavÃa existe la mezcla en los barrios. Los tiempos han cambiado, sÃ, pero ya no hay tantos sitios donde tocar hoy en dÃa, aunque la gente no desapareció. Existen nuevos jóvenes que se metieron en la escena y la han cambiado, pero el gran obstáculo sigue siendo la falta de sitios donde tocar, porque el CBGB ya cerró y quedan pocos lugares abiertos. Ese es el verdadero problema. Cuando me traÃan para el hotel me contaron lo que pasó en esta disco aquà en Buenos Aires donde murieron tantos chicos en un incendio, y entiendo que eso también hizo que se cerraran muchos clubes. Es algo muy triste... muy triste para que uno pueda pensar en otra cosa.
* Madball se presentará hoy en El Teatro, Alvarez Thomas y Federico Lacroze. A las 18.
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