“Ahora estoy arriba de mi casa con un rifleâ€, es el estribillo que retumba en Niceto en una noche dorada espacial. Pero tranquilamente todos esos pibes también podrÃan estar diciendo om. Por esa cosa sintética que tienen las letras de El Mató a un PolicÃa Motorizado, que pueden mutar en mantra y abrazar el fin de los tiempos. Todos saltan, cantan, agitan, celebran el nuevo despertar de la galaxia. Pero, ¿quién está compartiendo el micrófono con Santiago “Chango†Motorizado? ¿Subió el Indio Solari? ¿Vuelven Los Redondos? No, es alguien igual de pelado que el Indio, pero que se deja tocar, y que su poesÃa se lee en libros: Fabián Casas. “Un dÃa estábamos en Niceto, habÃa sido una jornada larguÃsima en la que Almada (manager de El Mató) habÃa armado la noche dorada o espacial o algo asÃ. De movida empezamos a tomar whisky con el Chango y estábamos muy arriba. Entonces cuando hacen la lista el Chango me dice: ‘Che, mirá que en la lista te puse que cantás conmigo’â€, se desayunó Casas. Entonces que sÃ, que no, que “yo no sé cantarâ€, que se apagan las luces en Niceto, Santiago busca al escritor detrás del escenario y Casas se calza la escopeta. “Yo lo que sentà fue una comunión impresionante con mi amigo. Canté con él una hermosa canción con un montón de genteâ€, recuerda.
Este es sólo el botón que basta para la muestra del afecto que existe entre el escritor de Boedo –que ahora vive en Montserrat en una casa grande y blanca con su mujer Guadalupe y su perra Rita–, los chicos de El Mató y de otros platenses, como 107 Faunos y Shaman. De la mano de esta amistad se desprende Rita viaja al cosmos con Mariano, el cuento infantil que escribió Casas un verano en el que su mujer viajó y él pasó mucho tiempo con su perra. Las ilustraciones son de Santiago Motorizado. “Estábamos con Rita en la terraza, yo estoy mucho con la perra porque me gustan mucho los animales, y le empecé a contar, le hablaba... ¿viste cuando le hablás a tu perro? Entonces dije: ‘Esto que le estoy contando es un relato’.†Casas se dio cuenta de la quÃmica que se desprendÃa de esta historia y lo relaciona con la pelÃcula Los sospechosos de siempre, en donde Kaiser Soze, el personaje de Kevin Spacey, construye un relato a través de lo que veÃa pegado en la pared, papeles escritos y apoyavasos. “Eso hice yo, que soy un tipo que no tiene imaginación; no es que sos Tolkien, y que escribÃs El señor de los anillos. Siempre, cuando me imagino cómo escribo y cómo trabajo, pienso en una caja con cinco o seis cosas y las voy cambiando. Y siempre lo mismo, a eso le voy tratando de sacar agua. Reconociendo que no tengo muchos recursos, se extrema mi forma de trabajar para poder sacar algo. Y estaba escuchando mucho a Prietto, que es una banda que me encanta, y el tÃtulo Prietto Viaja al Cosmos con Mariano me pareció un disparadorâ€, cuenta.
Asà escribió un cuento para el chico que supo ser, algo retro, para los que nacieron rodeando los ‘70, años más, años menos, con figuritas, pelotas plastiball, sifones de soda, y los planetas como el que aparecÃa en El Principito, el libro que le rompió la cabeza a Casas cuando apenas se elevaba del piso. Un personaje del cuento es Guadalupe (Casas abre el libro y señala una nena envuelta en una frazada: “¿Ves? Esta es mi mujerâ€), que, de tan desordenada, pierde las figuritas. “Una de las peleas de nuestra pareja es la forma en que desordena. Entonces pensé en cómo podÃa hacer para que ella ordenara, y también aproveché que eso les pasa mucho a los chicosâ€, dice. Casas cuenta que Santiago se inspiró en el mismo Mariano alias “Chinoâ€, el baterista de Prietto Viaja al Cosmos con Mariano, pero a simple vista parece haberse dibujado a él mismo de chiquito. “Nos hicimos una amistad con los chicos de La Plata y con el Chango, muy especialmente. De hecho ahora se terminó de filmar la pelÃcula Ocio (libro que incluye Veteranos del pánico) que se estrena en el Bafici, y la dirigió (Alejandro) Lingenti con Juan Villegas, el guión lo escribió Lingenti, y Mariano Llinás hizo la producción. Es un combo buenÃsimo, el Chango actúa, el Gato de 107 Faunos también, y algunos chicos de las bandas de La Plata. La chica de She Devils, Pilar, también actúa. Bueno, todos amigos nuestros. Y asà nos fuimos haciendo amigos. Entonces es cuando en un momento yo tenÃa escrito ese relato que no sabÃa qué iba a pasar, y cuando después Lulú (Delfabro), que es la editora y amiga de mi mujer, me dijo: ‘Queremos sacarlo’. Y dije: ‘Bueno, yo quiero que lo ilustre el Chango, le voy a preguntar’. Me gustan los dibujos del Changoâ€, se sincera el escritor.
Casas sacó a relucir el barrio de Boedo con su poesÃa, y tal vez no haga falta abrir un libro para comprobar su estirpe rockera. Algunos tÃtulos como Tuca, Pogo o El Spleen de Boedo lo dejan de manifiesto. Que Casas tenga un millón de amigos en el rock no es puro azar. De su amistad con Ariel Minimal y la composición de las letras de algunas canciones para Pez, pasa a quedar cautivado en el cosmos que construyen Prietto y Mariano. “Yo a Prietto los conocà en vivo primero, y me rompieron la cabeza. Me parece una banda performativa descomunal. Con los discos solos no podés ver lo que es Prietto, tenés que también verlos tocar, porque tienen algo de una gran libertad. Un poco de lo hermoso de los años ‘70, que tenÃan un crecimiento experimental y también espiritual, eso de hacer todo como una especie de escena que cuando lo estás escuchando quedás imantado.â€
–¡Es el cosmos que ellos dicen!
–Bueno, sÃ, y un poco lo que buscaba Pink Floyd en la primera época, viajar al cosmos, cuando estaba (Syd) Barrett, la primera banda que toca en el espacio. Prietto tiene un poco de eso, porque está el espacio real, que es insondable. Pero evidentemente adentro de nuestra mente está el espacio interno, que debe ser tan infinito como el espacio externo, que es insondable también. Y en algún lugar de nuestra mente eso está conectado con el espacio exterior. El tÃtulo fue un disparador para empezar. Inclusive fijate que es un relato un poco retro, porque las telenovelas que miran en el cuento son las que veÃa mi mamá.
“Conocà a Fabi una vez que fuimos a la Rock & Pop; tenÃa un pañuelo en el cuello y decÃa que le gustaba la banda por el nombre y unas fotos que vio. Me pareció genial eso. Al poco tiempo nos hicimos amigos, después escuchó y la música también le gustó. Más allá de que admiramos lo que hace, y a él le gusta lo que hacemos, nos queremos mucho, por todo lo demás. Al toque entramos en confianza y todo era como si nos conociéramos de siempre. Cuando me tiró la idea de ilustrar el libro me puse muy contento. Después sentà la presión de hacer algo bueno y a la altura, y que encima sea legible para niños pequeños. Me encerré en la quinta de Gato (de los Faunos), que su familia no usa en invierno, y dibujé como loco; fue bastante trabajo, pero la pasé bien. Hubo varias tardes de verano el julio pasado, me tiraba en el pasto con crayones y hojas, era todo bastante romántico, yo era como un nenito de 100 kilos dibujando feliz. Estuve trabado unos dÃas, llegando casi al final. Entonces con mi novia Morita limpiamos la pileta, en pleno julio, un dÃa de mucho calor, la llenamos hasta la mitad, me metà al agua, fue un triunfo invernal hermoso. Cargué energÃas para terminar los dibujos, aunque ahora que pienso ese verano atemporal fue medio apocalÃptico, pero fue bello, muy bello. Los personajes están inspirados en sus homónimos de carne y hueso, Mariano tiene rulos y cara de bebé, como el Mariano original de los Prietto Viaja al Cosmos con Mariano. El Nenito con bombÃn vendrÃa a ser Shaman, y el gatito Sisti Ripoll, Gato de los faunos: bigotes de adolescente y panza de cerveza y PC.â€
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