De pequeño, de la mano de su padre funcionario del FMI, Jacob Hemphill vivió entre las calles de Monrovia, capital de Liberia. Tenía poco más de siete años y en los ojos límpidos una pregunta potente: ¿por qué los seres humanos segregan al otro? Allí, y luego en su barrio al regresar a Arlington, Estados Unidos, descubrió en el dub y el reggae una forma de canalizar el sueño que, aún hoy con varios discos y en plena presentación de Amid the Noise and Haste, el cantante y líder de SOJA –Soldiers of Jah Army– sostiene: una revolución social. “El reggae tiene que ver con unir a la gente, y con la banda puedo ayudar en una sociedad desunida”, justifica.
–No sé, espero que sí. Aprendí a vivir en comunidad. En un mundo cruel, con injusticia social, violencia, torturas, si puedo hacer a alguien entendernos, es una forma de empezar.
–Es la única forma, podés llevarla adonde sea. Si, en cambio, no podés encontrarla en vos, entonces no hay dónde.
–Sólo viendo videos y fotos uno ya lo percibe. Acá en Estados Unidos no hay hambre de eso. Y ahí se ve que sí: de revolución económica, social, también está Pepe Mujica, que legalizó la marihuana. Todo eso está pasando y es una zona de cambios.
–Pero acá no cambia nada, no importa lo que elijamos. Las corporaciones son las únicas que deciden todo. Es el capitalismo: los gobernantes no gobiernan por la gente sino por las corporaciones. Es una gran maquinaria para acumular riquezas.
–Deberíamos patear al capitalismo, tomar a los más inteligentes de la sociedad, ponerlos juntos y que nos guíen a un mundo de amor y compasión. Es una utopía, claro que no funciona así: los líderes son los que tienen más dinero y no los más inteligentes. Pero mi mensaje es el amor, hay que empezar por ahí.
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