El de 1995, año de oro del britpop, fue de una influencia tremenda, pero subestimada. Hay álbumes que fueron enormes durante los ‘90 pero cuya onda expansiva derivó en edulcoradas baladas en falsete en los 2000, y asà fue cómo el nombre del viejo y querido britpop comenzó a bastardearse. Por eso, a 20 años, es pertinente reivindicar aquel año remitiéndose a los hechos concretos: los discazos.
Los aportes más positivos del britpop al mundo se concentraron en 1995: la lluvia de guitarras y los estribillos enormes para quedarse sin aire tienen sus máximos exponentes en The Bends, de Radiohead (Oxford), y (What’s The Story) Morning Glory?, de Oasis (Manchester). Ambos son los segundos discos de bandas que serÃan de las más grandes de Inglaterra y el mundo, y sus diferencias son fácilmente relacionables con los rumbos artÃsticos casi opuestos que tomarÃan sus carreras de ahà en más. Pero en sus puntos de contacto, la épica, la arrogancia, lo hÃmnico (no sólo Wonderwall, Don’t Look Back In Anger o Champagne Supernova, porque a The Bends pertenecen High and Dry y Just) y eso de gritar consignas sensibles a los cuatro vientos con un sonido gigante, son álbumes difÃcilmente superados.
Mientras The Bends demostró que Radiohead era una banda mucho más inteligente, nerd, crÃtica y rebasante de talento que lo que habÃa mostrado su debut Pablo Honey (el de Creep), Morning Glory sacó a Creation Records de la ruina que les habÃa significado Loveless, de My Bloody Valentine, con un disco mucho más comercial y menos rockero que el primero de los Gallagher, Definitely Maybe. SalÃa el shoegaze, entraban los hits: y el Reino Unido nunca serÃa el mismo.
Pero el componente menos guitarrero y más pop, la tradición más Morrissey de narrar complejas crónicas de la vida cotidiana con elegancia y misterio, también tuvo a su mejor exponente ese año: Different Class, eterno favorito de Pulp (Sheffield). Lanzado con escasos dÃas de diferencia con Morning Glory, es la otra faceta del britpop: delicadas postales pop cargadas de ironÃa y sutileza por Jarvis Cocker, tal vez el mejor letrista de ese movimiento y de su generación. Canciones para llorar en la pista de baile o para vociferar en un karaoke, borracho, versos sobre amor, desamor, sexo, snobismo, celos y vida nocturna. Los lentes de pasta y los trajes achupinados empezaron ahÃ.
¿Que más? La hiperkinética frescura de I Should Coco, impresionante debut de los adolescentes Supergrass, injustamente considerados one hit wonders por Alright; también The Great Escape, por el lado de Blur (Colchester), que no es el disco más mencionado de Damon Albarn y amigos (Parklife fue del año anterior) pero contiene una importante concentración de los temas más icónicos de la banda: The Universal, Country House y Charmless Man.
Diez años después, con Arctic Monkeys, The Libertines, Kasabian y Kaiser Chiefs, la Cool Britannia se revitalizarÃa; pero nunca tanto como en 1995, cuando tanto la bravuconerÃa como el refinamiento, el humor y la elegancia fueron puestos en función de espléndidas e inolvidables canciones pop.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.