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Domingo, 5 de febrero de 2006
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Un pintor elige su obra favorita: Enrique Banfi y una escalera en R铆o de Janeiro

La calle es de todos

Por Enrique Banfi
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Jorge Selar贸n es chileno, tiene 57 a帽os y es uno de los personajes m谩s conocidos del barrio de Lapa, R铆o de Janeiro. Esta escalera es considerada su mayor obra. Se trata de una escalera abandonada del barrio de Lapa (donde Selar贸n tiene su atelier) a la que se accede por la calle Joaquim Silva Escada que lleva al Convento de Santa Teresa. El artista recubri贸 sus 215 escalones con mosaicos de cer谩mica de colores, verde, amarillo y azul a modo de homenaje a Brasil.

Comenz贸 en el Mundial 1994 y continu贸 en todas las Copas del Mundo siguientes. Primero fueron azulejos verdes y amarillos; y luego recibi贸 azulejos provenientes de distintas partes del mundo que ubic贸 en los laterales. Hoy la obra re煤ne una colecci贸n de azulejos de decenas de pa铆ses diferentes y sigue creciendo. 鈥淪iempre que consigo azulejos antiguos m谩s bonitos, procuro colocarlos en la escalera, de tal modo que la vista est茅 en constante cambio鈥, dice el artista.

La escalera dio nueva vida al barrio y pronto pas贸 a ser conocida con el nombre del artista. Selar贸n resolvi贸 expandir su idea hasta el inicio de la calle Joaquim Silva, debajo de los Arcos de Lapa, donde instal贸 nuevos mosaicos.

En la escalera hay un peque帽o texto que invita a la gente a mandar sus propios azulejos. El artista se compromete a enviar a cada donante una foto de su azulejo pegado a la escalera.

Jorge Selar贸n es un artista chileno que desde hace tiempo vive en R铆o de Janeiro. Pinta cuadros, paisajes de Santa Teresa que se venden a turistas en bares de la ciudad y que tienen una particularidad: en todos pone una mujer negra embarazada. Parece que forma parte de una historia personal que 茅l deja medio en inc贸gnita y que transform贸 en icono.

Pero su mayor obra se desarrolla sobre una escalera, una escalera que est谩 en Lapa, un barrio de R铆o donde Selar贸n tiene su taller. Es un barrio muy especial, bohemio, b谩sicamente pobre, en pleno centro, donde ocurre de todo y se mezclan todas las clases sociales, algo muy t铆pico de R铆o que en Buenos Aires no pasa: salas de m煤sica cl谩sica, restaurantes tradicionales, casas de travestis, y espacios de rock o pagode, todo junto.

Parece ser que en el a帽o 鈥90 Selar贸n empez贸 a limpiar la escalera. Llegaba el mundial y durante los mundiales R铆o se llena de banderas, entonces se le ocurri贸 decorar la escalera con los colores de la bandera de Brasil. A la gente le encant贸 y qued贸. Despu茅s vino el Mundial 鈥94 y volvi贸 a reciclar la escalera, le empez贸 a poner m谩s elementos y la transform贸 en una especie de homenaje personal a Brasil.

Desde entonces la obra no dej贸 de transformarse, evolucionar. Eso es lo que me resulta absolutamente fascinante: es una obra viva, abierta al p煤blico que la va transformando. El empez贸 poniendo azulejos diferentes y le iba tan bien que le empezaron a llegar azulejos de distintas partes del mundo. Primero era la gente del barrio que le regalaba el azulejo de la abuela, el azulejo roto que aparec铆a tirado en la calle; despu茅s empezaron a llegar de Estrasburgo, Barcelona, Africa, Holanda. Y 茅l fue incorporando todo.

Yo descubr铆 la escalera pr谩cticamente desde el comienzo, dos o tres a帽os despu茅s de que la empezara a decorar. Adem谩s de los azulejos hab铆a puesto ba帽aderas antiguas llenas de plantas. Ahora ya no hay ba帽aderas, hay unos canteros que Selar贸n construy贸 para poder poner m谩s azulejos. Cuando no tuvo m谩s lugar para nuevos azulejos empez贸 a cambiarlos y poner otros en su lugar, y declar贸 a la escalera obra mutante, en permanente movimiento. La escalera tiene algo de Gaud铆 y tambi茅n algo kitsch. Hay santos mezclados con dichos populares y azulejos de todas partes del mundo. En uno de los azulejos est谩 su icono, la mujer negra embarazada, y dice: 鈥淪贸lo acabar茅 este sue帽o loco e in茅dito el d铆a de mi muerte鈥.

La instalaci贸n se transform贸 en un lugar muy querido; un s铆mbolo, una postal del barrio. Y la gente cuida el lugar, siente que le pertenece. Cuando trabaj谩s en la calle y consegu铆s generar una sinton铆a con el p煤blico, 茅ste se apropia de la obra y empieza a cuidarla.

Conoc铆 a Selar贸n una vez y es un tipo simp谩tico. Sigue haciendo lo mismo de siempre, sus cuadritos del barrio de Santa Teresa y no pretende m谩s que eso. Pero esta es una obra diferente, su obra maestra. Ocupa otro espacio, es su gran obra. Lo m谩s interesante ocurre cuando una obra incluye al artista, cuando llega a ser m谩s grande que 茅l.

Elijo esta obra porque hay muchas cosas con las que me identifico. Yo tambi茅n hago instalaciones urbanas: la P茅rgola de cuentos, la Fuente de poes铆a. Y con esta escalera sucede tambi茅n algo que no se da mucho en las artes pl谩sticas que suelen tener esa cosa medio fetichista donde la obra se transforma en un objeto precioso y preciado que se lleva a un museo o a la casa de un coleccionista y queda ah铆. Esta propuesta rompe absolutamente con todo. Esto no se compra, esto no se vende, no se encierra. Esto se vive, se trabaja, se disfruta. Y est谩 dirigido a cualquier p煤blico. La escalera la disfruta la gente que sube y baja. Produce un efecto est茅tico, cambia el espacio en la ciudad. Genera una situaci贸n ins贸lita que marca a cualquiera: es imposible pasar por la escalera y no acord谩rsela. Si consegu铆s esto como movimiento est茅tico, art铆stico, conseguiste algo muy importante.

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