El doctor Hipólito J. Paz le escuchó a Perón reflexiones sobre las limitaciones de la función pública y las exigencias de que es objeto un hombre de Estado:
“Usted está en el circo y aparece el artista con su perro amaestrado, sube por una escalera empinada con el perro parado en una pata sobre su cabeza; llegan al final y allí le entrega al perro un violín, entonces el animal parado en una pata ejecuta una pieza de Toscanini. Termina el concierto y hay un hombre en la primera fila con ceño adusto que no aplaude y comenta a voz en cuello: ‘¿Se han dado cuenta que en la última nota el perro desafinó? ¿Cómo pueden aplaudirlo?’.
Así es la suerte del gobierno”.
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