Desde Santa Fe
El hermano de Silvia Suppo sospecha que a ella la mataron para hacerla callar. "Pienso que fue un asesinato polÃtico y lo sigo pensando", dijo Hugo Suppo al declarar ante el Tribunal Oral de Santa Fe que juzga a los dos imputados por el crimen, Rodrigo Sosa y Rodolfo Cóceres, pero por otro móvil: homicidio agravado en ocasión de robo. Suppo reveló que Silvia "tenÃa miedo" por las consecuencias de sus denuncias al terrorismo de estado, pero "no lo querÃa mostrar para no pasárselo a sus hijos y a él". Leyó tres correos electrónicos que le envÃo su hermana, entre mayo de 2008 y diciembre de 2009, al dÃa siguiente de la condena al ex juez VÃctor Brusa y a otros represores, que interpretó como "señales de alerta" del temor que sentÃa Silvia. "Cuando me enteré de su muerte, me dije: 'La mataron. Se cumplió el miedo que tenÃa' y me sentà culpable". Y le pidió a los jueces que hagan "justicia" por su hermana. "Que esto no pase nunca más, no queremos más Silvias en la Argentina", dijo.
La audiencia del viernes arrancó con el testimonio de Suppo, quien declaró por video conferencia desde RÃo de Janeiro, donde vive. Es el único hermano de Silvia. "TenÃamos una relación muy intensa" que se estrechó aún más antes de su asesinato, el 29 de marzo de 2010, tres meses después de la condena a Brusa y compañÃa.
"La acompañé en su declaración en contra de Brusa", recordó Hugo. "Hay que tener coraje para asumir las violaciones y el aborto que la obligaron a hacer" en los centros clandestinos de Santa Fe. "Y ella tenÃa mucho coraje. Yo la admiraba", expresó.
El relato de Silvia Suppo fue clave en el juicio a Brusa, pero ella también era querellante en otra causa por delitos de lesa humanidad en Rafaela, que está cerca del juicio oral. Es la que investiga la desaparición de Reinaldo Hattemer, el asesinato de Rubén Carignano y los secuestros y torturas a los Suppo, Jorge Destéfani y los esposos Ricardo DÃaz y Graciela Ravellino.
Los correos electrónicos de Silvia a su hermano se incorporaron como pruebas en el juicio, a pedido de la querella. El primero es del 3 de mayo de 2008. "Nos preocupa todo lo que ocurre en este paÃs", le escribió. "La derecha tratando de salir, la justicia tan lenta, tantos jueces corruptos e involucrados tratando que el tiempo transcurra, apretando a compañeros querellantes, la desprotección que tenemos, pero seguiremos en las causas".
El segundo es del 1º de octubre de 2009. "Me contaron que en Santa Fe amenazaron a los jueces en la causa donde estoy. Además, se llevaron un auto de la Secretaria de Derechos Humanos (de la provincia) y lo encontraron en Rosario, con un mensaje o algo asÃ, que si podÃan hacer esto podÃan hacer mucho más. Son unos hijos de puta, todavÃa tienen poder". El dÃa anterior, la hija del presidente del Tribunal Oral que juzgó a Brusa, Roberto López Arango, habÃa recibido dos llamadas anónimas en su casa, en Rosario. "Habla Juan Mordaza", le dijeron. Y cortaron. Una semana antes, un auto oficial utilizado por la SecretarÃa de Derechos Humanos de la provincia fue robado de un estacionamiento céntrico de Rosario y apareció doce horas después, a un kilómetro. Eso fue un viernes, y el lunes llegó un anónimo a la sede de la SecretarÃa, en Santa Fe: "¿Se dan cuenta de lo que podemos hacer? Hoy desaparece un auto, ¿mañana?". El gobierno dijo que el robo habÃa sido al "voleo" y el panfleto "un aprovechamiento posterior del episodio" (sic).
El 22 de diciembre de 2009, Hugo recibió un tercer mensaje de su hermana, con la sentencia del juicio y las condenas: "21 años de prisión a Brusa, 23 a (Juan Calixto) Perizzotti y 19 a MarÃa Eva Aebi. Estoy contenta", le contó Silvia.
Hugo dijo que Silvia "tenÃa miedo", pero se contenÃa para "no pasárselo a sus hijos" y a él. Por eso, "cuando me enteré de su muerte, me dije: 'La mataron, se cumplió el miedo que tenÃa'. Y me sentà culpable". "Pienso que fue un asesinato polÃtico y lo sigo pensando", reiteró. "Silvia era una persona que incomodaba a muchos con sus denuncias (en la causa Brusa y en la causa Hattemer), sobre todo en la PolicÃa de la provincia que todavÃa tienen rémoras de la dictadura", agregó.
Hugo mencionó que su hermana estaba bajo vigilancia. Eran otras "señales de alerta" que los hijos de Silvia, Marina y Andrés Destéfani y la ex novia de éste, EstefanÃa Orellano, ya relataron en el juicio. Entre ellas, el acoso de una Kangoo blanca en febrero de 2010, un mes antes del asesinato; otro seguimiento a Andrés en el amanecer del dÃa del crimen, el 29 de marzo y la presencia de otros merodeadores que la vigilaban -según recordó Marina- y hasta simulacros de operativos policiales en las cercanÃas de la casa familiar, pero "siempre en fechas relacionadas con las causas" por delitos de lesa humanidad, en las que Silvia era vÃctima y testigo.
El abogado querellante, Guillermo Munné pidió que los tres correos electrónicos se incorporen como pruebas en el juicio. No hubo objeciones de la FiscalÃa ni de la defensa, asà que el Tribunal pidió al Consulado argentino en RÃo de Janeiro, donde declaró Suppo, que envÃe copias certificadas en los próximos dÃas.
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