Desde Santa Fe.
Benito Guglielmone era mayor del Ejército y empresario inmobiliario exitoso en Santa Fe, fundador de los barrios privados La Tatenguita y El Paso. Amigo del genocida Leopoldo Fortunato Galtieri, según reveló su socio y ex capitán del Ejército, Eduardo Villa, en el juicio oral a VÃctor Brusa, en 2009. Y el que reclutó y recomendó al gremialista Horacio Américo Barcos para que opere como Personal Civil de Inteligencia (PCI), según confesó el propio represor ante el Tribunal Oral que lo condenó a 15 años de cárcel por actos aberrantes, en 2010. Dos juicios, dos menciones. Hasta el viernes, cuando una vÃctima dijo que también era operativo y lo acusó de comandar la patota que secuestró e hizo desaparecer a su compañero, el profesor de filosofÃa Alberto Tomás Velzi, en su casa del barrio Sargento Cabral, el 21 de agosto de 1977. "Era Guglielmone", dijo la ex jueza Liliana Mabel DÃaz, al recordar aquella madrugada de terror que coparon la vivienda y le "robaron un kilo de oro" y sus "colecciones de libros".
La desaparición de Velzi fue relatada en el juicio por la megacausa por su primera esposa, Silvia Dávila, también militante en los '70 y su hijo mayor, el ingeniero Carlos Alberto Velzi. Entre el público estaba su segundo hijo, Gustavo y su nuera. Ellos tenÃan 7 años y 3, cuando cayó el papá. "La figura del desaparecido es de una crueldad enorme, en eso los militares fueron más feroces", dijo Silvia. "¿Cómo se le explica a un hijo que su padre no está porque no está? Sin el cuerpo no se puede elaborar el duelo, aunque lo hayan tirado al rÃo. Es asà de cruel".
El 21 de agosto de 1977, Velzi ya vivÃa con Liliana DÃaz. Ella tenÃa 26 años y un embarazo de dos meses y él 33. Esa noche se acostaron temprano porque habÃan pasado el dÃa en la casa de un hermano. A la madrugada, los despertó el ruido en la puerta de garaje, como si alguien pidiera ayuda. Un simulacro. Velzi salió al patio y allà lo rodearon. El grupo de tareas estaba integrado por más de quince represores, según la denuncia que DÃaz hiciera al dÃa siguiente en la comisarÃa 5ª del barrio.
-Pudo identificar a alguien? -le preguntó el fiscal MartÃn Suárez Faisal.
-Lo reconocà a uno por el anillo de sello que tenÃa en el dedo meñique. Era Benito Guglielmone, que fue la pareja de una amiga, Sarah Picazo -contestó Liliana. Picazo fue diputada nacional de la UCR.
-¿Usted pudo verle la cara?
-Si.
-¿Lo reconoció?
-Si -contestó. Guglielmone estaba de civil, con borceguÃes. TenÃa máscara, pero después operó a cara descubierta -contó Liliana-. En ese momento la escena estaba incompleta. Pero ella la pudo completar con el tiempo. La invitaron a una cena en La Tatenguita, donde volvió a ver aquel anillo de oro y ese rostro. "Quedé aterrorizada", relató. "Le tenÃa miedo, era tremendo verlo". Pero lo volvió a ver en una segunda reunión, en la casa de Cristina Picazo, la hermana de Sarah, donde él se ofreció acompañarla hasta el auto. Cuando salieron, Liliana le preguntó: "¿Yo a usted lo conozco de otro lado, verdad?" Guglielmone la miró, le contestó con una sonrisa y una mueca burlona: "¡Andá, nomás!".
Liliana dijo que "al principio" volverÃa a ver a Velzi. "Pero uno empieza enterarse de la realidad cuando le toca. Fuimos al Distrito Militar", donde la atendió el jefe y teniente coronel Roberto Pedro Arrieta, el mismo que habÃa operado como interventor de la Municipalidad de Santa Fe después del golpe del 76. "Liliana, ¿Cómo le ha pasado algo asÃ?", le dijo Arrieta. "Mi marido era docente", le contestó ella.
El fiscal le preguntó si "Arrieta sabÃa lo que le pasó a Velzi". "Por supuesto", respondió DÃaz. "Yo trabajé con la mujer de Arrieta y con la de (Reinaldo) Tabernero" (el coronel que fue ministro de Gobierno, en la intervención militar). "Arrieta me dijo que no sabÃa nada. Me empezó a preguntar a mà para ver si yo sabÃa algo. El lo sabÃa".
La búsqueda de Velzi llevó a Liliana a tocar más puertas, habló con el entonces arzobispo de Santa Fe, monseñor Vicente Zazpe y hasta logró entrevistar a Galtieri. "Me recibió" en su despacho en Rosario. "El diálogo fue impresionante", recordó. Galtieri la llamaba "m'hija" y olÃa a whisky. "Con los datos que me da, no busque más, el ya no está más. Andá y tené a tu hijo tranquila, antes de que te pase algo", la amenazó el ex jefe del II Cuerpo.
Cuatro meses después, el 15 de diciembre de 1977, ocurrió otro hecho traumático. Una conocida de Liliana le facilitó un contacto con "un tal Villalba", que era de la PolicÃa Rural Los Pumas y estaba en la Guardia de InfanterÃa Reforzada (GIR), a quien le pidió datos sobre el destino de Velzi. Esa tarde, ella estaba sentada en la vereda con su padre, el ex diputado nacional peronista Manuel Modesto DÃaz. Un auto estacionó en contramano frente a la puerta. Bajó Villalba y los dos ingresaron a la casa. "Me dijo que Alberto no estaba más, que se les habÃa muerto en la tortura en la GIR y habÃan tirado el cuerpo al rÃo". Liliana lo desafió: "¿Quién es usted para decirme semejante cosa?" "¡Dejate de joder, quedate quieta porque si no va a ser peor!", le advirtió Villalba.
Sacó una pistola y le apuntó a la panza: "¡A este guacho te lo voy a hacer tener en una palangana y va ir en adopción a un militar!". Liliana dijo que se desmayó. Su padre, que habÃa esperado afuera, la encontró desvanecida y desde entonces ella sufre las secuelas del pánico.
Su bebé nació el 7 de marzo de 1978. "Hoy, mi hijo Alberto tiene 38 años y él y mi nieta aún no se pueden llamar Velzi, como su padre y su abuelo".
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.