"Busqué entender la desaparición de mi papá de muchas maneras. Muy tarde comprendà que persiguiendo las huellas de su muerte habÃa olvidado buscar las de su vida: la cadencia de las palabras, los gestos fugaces...". La historia de MarÃa Soledad NÃvoli es una más..., una más en treinta mil. Pero a diferencia de algunos, y como otros, ella decidió contarla.
Soledad tenÃa cuatro meses cuando su papá, Mario, un ingeniero quÃmico cordobés de 28 años, fue secuestrado y desaparecido por un comando paramilitar. Ni ella, ni su hermano ni su mamá, volvieron a verlo con vida. Sin embargo, en esa silenciosa batalla de los que no se resignan a lo irresignable, de los que no olvidan ni perdonan, de los que a pesar del paso del tiempo continúan buscando una explicación para tanto horror, hace tres años Soledad se volvió a encontrar con él.
"Cuando éramos chicos con mi hermano jugábamos siempre con una caja con diapositivas. Pero como no tenÃamos proyector, no sabÃamos muy bien qué eran esos cuadraditos de plástico. En 2004 alguien se ofreció a prestarme uno y por fin vimos, lo que habÃa allÃ: eran fotos de mi papá, no fotos de él, sino tomas que él habÃa hecho en distintos viajes y que nunca habÃamos visto. Pero luego de verlas y volverlas a mirar, me di cuenta de que lo que habÃa ahà era otra cosa, a lo mejor más importante: en esas fotos estaba su mirada".
A partir de este hallazgo y de esa posibilidad, la de "mirar con sus ojos", Soledad llamó a un amigo fotógrafo, Gustavo D'Assoro, y desplegando un gran mapa rutero reconstruyó el itinerario vital de Mario. En un periplo de casi dos años, que comenzó como indagación y devino viaje introspectivo, acompañada por Gustavo, Soledad visitó cada sitio fotografiado por Mario y allà intentó recapturar su mirada, treinta años después.
"Mi papá nació en Ucacha. Cuando cumplió 18 se fue a estudiar a Santa Fe. Ahà empezó a militar polÃticamente. Después de sufrir un atentado a manos del Comando Anticomunista de Litoral, se fue con mi mamá a vivir a Concordia --cuenta Soledad--. A partir de las fotos de algunos de esos lugares, que habÃan sido importantes para él, me gustó la idea de volver a hacer ese circuito intentando encontrar algunos de esos rastros de su vida".
Claro que en algunos casos, la experiencia marcarÃa un antes y un después en la historia familiar. "Durante el viaje pude conocer, por ejemplo, a la última persona que lo vio con vida, en La Perla. El nos confirmó que a mi papá lo habÃan matado tres dÃas después de su detención. Hasta ese momento nosotros no sabÃamos si estaba muerto", explica.
Con todo ese material fotográfico y emotivo Soledad decidió confeccionar un pequeño homenaje a su padre, un ensayo documental que se convirtió en muestra, y se expuso en la Facultad de PsicologÃa de la UNR --donde ella da clases--, el 24 de abril de este año, dÃa del cumpleaños de Mario.
A modo de grilla, la exposición --que desde ayer se puede visitar en el Museo de la Memoria (Av. del Valle y Callao)-- ubica de manera horizontal las fotos de Mario. Debajo de cada una de esas tomas, desteñidas por el paso del tiempo y la humedad, se ubican las variaciones actuales: una mirada nueva de aquéllos mismos paisajes que eligió Mario, y que hoy su hija revisita con él.
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