Hoy a las 19.30, en el Centro Cultural de la LibrerÃa Ross (Córdoba 1345), se presentará el flamante Manual de Vitral ArtÃstico de Juan Ramón González. El autor es un artista del vitral de reconocida trayectoria en la ciudad. Egresó de la Escuela Provincial de Artes Visuales de Rosario. Trabajó en restauración, esmaltado de vidrios y vitrofusión, todas técnicas cuyos secretos explora y desarrolla en el libro. Con la colaboración de su compañera y de sus hijos, González realizó vitrales en su taller desde 1977 hasta 2007, año en que quedó a cargo del mismo su hijo Fernando. Además de su oficio y de los vitrales por encargo, González tiene una obra autónoma que expuso en espacios públicos y privados de la ciudad, como el Museo de Arte Decorativo Firma y Odilo Estévez y la galerÃa Arte Privado.
Los vitrales se remontan al siglo IX y tuvieron su esplendor con las grandes catedrales europeas de los tres siglos subsiguientes. Su uso predominó en la arquitectura religiosa en la Edad Media y la secular en el Renacimiento, acompañando las funciones del arte propias de cada época. Fueron redescubiertos en el siglo XIX pero recién resurgieron a pleno en el siglo XX. En 1895 los consagró una importante exposición en ParÃs, iniciando una fructÃfera colaboración entre artistas plásticos y vitralistas que se mantuvo durante todo el perÃodo del Art Nouveau. Los contornos netos de la estampa japonesa ya habÃan fascinado a post impresionistas como Vincent Van Gogh y Paul Gauguin, quienes los imponÃan a través de su pintura. Y el vitral, con sus contornos en plomo, proveyó una técnica ideal para plasmar las formas sintéticas y elegantes del gusto moderno de comienzos del siglo veinte. Cabe señalar que a fines del siglo XIX también impulsaron esta tendencia movimientos como Arts and Crafts, los cuales postulaban la unidad entre las artes y los oficios, que habÃa sido vital en la Edad Media y se fue perdiendo con la modernidad.
Fue precisamente por esa época que maestros vitralistas inmigrantes llegaron a Rosario y fundaron sus talleres, que sirvieron como primeras escuelas de arte. Isidoro Slulittel, en su CronologÃa del arte en Rosario, cuenta en su capÃtulo dedicado a "Los pioneros" que en el taller de un maestro catalán, el taller Buxadera y Cia., fue aprendiz Antonio Berni entre 1914 y 1915. Berni aprendió a dibujar allÃ. El libro de González reproduce un vitral de la capilla del Colegio Nuestra Señora del Huerto, que la institución rosarina encargó a un taller porteño, el de los hermanos Armarino. También se reproducen las lucernas del Concejo Municipal, la Hemeroteca y el ProMúsica.
Como el libro es un manual práctico, enseguida pasa a describir las herramientas y materiales, haciendo hincapié en que se trata de herramientas sencillas; luego se analizan los diferentes tipos de vidrios y técnicas. La reapertura de la importación en los años 90 aportó una amplia gama de materiales a la actividad. "En nuestro taller, Arte Vitraux, hasta 1994 no tuvimos acceso a la mayorÃa de los vidrios que hoy se distribuyen en el paÃs", recuerda González. "Sólo ingresaron algunas partidas en 1981 y en escasas oportunidades posteriores. La importación de esos elementos se liberó aproximadamente en ese año". No es del todo paradójico que las polÃticas neoliberales del entonces ministro de EconomÃa José Alfredo MartÃnez de Hoz, que devastaron la industria nacional, hayan contribuido a un oficio nacido en la Edad Media.
El libro es didáctico y lleva al lector de la mano por los diversos procedimientos del arte del vidrio. Está hermosamente ilustrado con reproducciones de obras terminadas y en curso. González distingue, en los epÃgrafes de las fotos, entre las "del taller" (las realizadas por encargo) y las "del autor" (las autónomas). Estas últimas guardan una especial unidad de estilo, al que podrÃa describirse como influido por el modernismo rosarino de algunos integrantes del Grupo Litoral: en especial, el del último perÃodo de Juan Grela, con sus lÃneas sólo aparentemente caprichosas que forman flores y pájaros. También hay una gracia en la composición tal que remite a las de Oscar Herrero Miranda. Las obras de González son abstractas, compuestas según un criterio constructivista que no sigue formas geométricas rÃgidas aunque sea de base geométrica su estructura. Un sentido lúdico guÃa los arabescos y figuras, donde el color puro funciona de modo muy distinto al de la composición pictórica convencional, ya que es color luz. La técnica de vitral elegida determina que las formas tengan lÃneas netas de contorno y contengan colores puros y planos. El estilo es caracterÃstico y reconocible; piezas de González fueron exhibidas aisladamente en diversos sitios locales. Es de esperar que pronto se expongan en conjunto estas obras, para que el público pueda apreciarlas.
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