Se lo escucha relajado a Fito Páez, ya instalado en Buenos Aires mientras se prepara para iniciar el ciclo de presentaciones de Confiá, el disco que, el próximo viernes, estrenará en Metropolitano. Luego del intimista Rodolfo, Páez decidió rodearse de músicos que le permitieran desarrollar una metodologÃa de trabajo que, aunque planificada, mucho tuvo de espontaneidad. En medio del "otoñito porteño", el rosarino desnudó el proceso que derivó en esa placa de letras directas, simples, cargadas de cierto espÃritu celebratorio, todo sobre melodÃas inconfundiblemente Páez.
Y, a pesar de la experiencia en el asunto, Páez sabe que no es tarea sencilla la de traducir en palabra el resultado artÃstico. "Las preguntas te obligan a pensar un poco, pero siempre es una tarea incómoda para uno hablar de lo que hace -reconoce en su entrevista con Rosario/12-. Porque donde uno más disfruta es en el hacer, en el placer y los dilemas que surgen mientras vas haciendo. Después cuando tenés que pensar cómo llegaste hasta ahà es un delirio... ¡y también empezás a inventar! La verdad que no hay muchas respuestas lógicas. Más que nada se trata de decir: `Me voy a ir los próximos seis meses con ésto`. Y ahà tirás todos los balazos".
- En Confiá el "irse" resultó un proceso muy itinerante.
- Mirá, fue una cosa muy planeada. Era lo único que tenÃa organizado era el recorrido, porque entré al estudio casi sin músicas terminadas. Sà sabÃa que habÃa material de hace diez años que podÃa convivir muy bien con las cositas nuevas. Con todo éso entramos al hotel Cruz Chica en Córdoba, un gran hotel antiguo. Entre técnicos, músicos y familias éramos unas treinta personas, necesitábamos estar en un lugar cómodo, entonces nos fuimos al frÃo pero con comodidades, con dos salones alucinantes donde instalamos el estudio de grabación y el control. También montamos un estudio B más chiquito donde Gonzalo Aloras hizo unas versiones alternativas. Después cuando se fue todo el grupo mi habitación pasó a ser un estudio B y ahà terminé de plantear las primeras letras, las primeras voces, y grabé teclados y guitarras. Lo que fuimos a buscar ahà era concentración, un lugar en el que hubiera una chimenea y buenos vinos tintos. Y a ver qué pasaba. Un poco también pensaba que todo el disco se trató de confiar. Entramos allà sin nada, confiando en que tenÃamos ganas de hacer música, pasarla bien.
- VenÃa de un disco muy personal, muy Ãntimo, y decidió volver a un formato grupal.
- SÃ, sabÃa que querÃa un tipo de sonido, tenÃa una suerte de idea sobre los pocos elementos que iba a usar. Entonces busqué gente con ganas y con onda para poder hacer éso. Fuimos pocos: Coki Debernardi, Gonzalo Aloras, Eloy Quintana, Bolsa González y yo. Ese fue el grupo madre en Córdoba y, en un mes de trabajo, nos llevamos 17 canciones grabadas y un muy buen recuerdo de esa temporada. Después volvimos a Buenos Aires, hicimos los coros grandes ("Fuera de control", "La ley de la vida" sobre todo, y "Tiempo al tiempo") y algunos pocos tecladitos, muy poquitas cosas. Ahà me dà cuenta que habÃa tres o cuatro temas donde era muy importante meter un Hammond.
- ¿Los bronces aparecieron también con ese concepto?
- SÃ. A medida que se fue haciendo, pero iba a llegar después. Como la grabación de "M&M". Hicimos seis versiones y al final quedó la versión medio Steely Dan, entonces lo llevamos a Nueva York, pero no era lo que estaba en los planos. "Fuera de control" era una de las versiones de "M&M": tomé el pattern La-Sol-Re y con éso armé una canción nueva.
- Todo éso habla de mucha libertad, de volver al juego.
- No sé si es volver al juego, porque siempre hago éso. La diferencia esta vez fue llegar sin nada. Porque siempre hacÃa el trabajo previo, laburaba en mi casa. Acá le pasé las partes que tenÃa a cada uno, pero no nos habÃamos juntado a tocar. Fue muy exótico. Como hacer un disco de jazz: llegás con el motivo y después van armando el disco con un sistema de improvisaciones.
- Es ahà donde entra a jugar nuevamente la idea de confianza.
- Claro. Saber que uno va a jugar fuerte siempre, no hace falta sentir la mirada de nadie más que la de uno. En definitiva, si alguna enseñanza me dejó el disco, es ésa... Y después nos fuimos a Brasil, a Trancoso, a una playita: al calor, a la cerveza, al mar, a escribir todas las noches y cantar todas las tardes. Allà fueron doce dÃas, donde terminé de darle cuerpo a las letras. Y canté. Después ya nos fuimos a RÃo, donde mezclamos el álbum con una lista de diez temas. Volvà a Buenos Aires, lo dejé descansar un par de semanas y me faltaban "Limbo Mambo" y "Desaluz". Los mezclé y en dos semanas más tenÃamos el disco mezclado. Asà que sÃ, fue un disco itinerante. Fuimos a buscar estÃmulos. Que yo ya conocÃa, sé lo que te hace el calor y sé lo que te hace el frÃo... en caso de que estés anÃmicamente bien, ¿no? (rÃe). Si llegás a tener quilombo en la familia o algo asà no hay frÃo ni calor que venga, te paraliza. Tenés que estar libre, confiado en que la familia va a estar bien donde está: tus hijos, las madres de tus hijos, los amigos, entonces podés salir a la libertad y a buscar éso, que es tan importante.
- Ahora que ha desnudado el proceso del disco algunas de las letras empiezan a encajar en un contexto. Porque, en lÃneas generales, Confiá es un disco bastante celebratorio.
- Mirá, el otro dÃa me mandó un mail Pablo Dacal, un gran amigo y gran colega. Y me puso éso. En una de las frases me puso que el disco es un festejo de la diferencia. La verdad se trata de éso, y es lindo que un colega te lo diga. Lo recuerdo porque pensé: "Qué lindo, cómo me gustarÃa que una crÃtica me diga éso".
- Además va a regresar al cine, a la filmación, ¿no?
- SÃ, ya empezamos en realidad, porque durante el año pasado reescribà el guión en medio de la gira. Ahora ya estamos dibujando, buscando locaciones y productores. Calculo que por ahÃ, con suerte, a mitad del año que viene estamos en filmación. Sé que se va a llamar Novela, que la vamos a filmar en Santa Fe, Córdoba o San Luis. Y nada más.
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