A pesar de su estreno en el marco del Festival de BerlÃn en el 2005, de haberse alzado ese mismo año con el premio Fipresci a Mejor PelÃcula Nacional, y de haber cosechado cuatro nominaciones --pelÃcula, dirección y fotografÃa-- para los Cóndor de Plata, Como pasan las horas jamás logró un espacio en el circuito comercial de la ciudad. De allà la importancia que su directora, Inés de Oliveira Cézar, le atribuya a la proyección que, en calidad de estreno, se llevará a cabo mañana a las 21.30 en el Centro Cultural Cine Lumière (Vélez Sarsfield 1027), y que, como valor agregado, permitirá encontrarse con la última actuación de Susana Campos.
Y no es un dato menor el de la presencia de la actriz, quien en el film --escrito en conjunto por la directora y el dramaturgo Daniel Veronese-- interpreta a una mujer enferma de cáncer, lo que significó un cruce con el conflicto real por el que atravesaba Campos. Sin embargo, no es ése el punto de partida del film, según anticipó la directora: "El proyecto surgió a partir de una imagen que tenÃa, y que terminó siendo una imagen central y el eje de la pelÃcula, que es la situación de un chiquito de seis años con su padre. A partir de esa imagen que empecé a tener se fue dando, de una manera bastante orgánica, el guión de la pelÃcula, que trabajé con la colaboración de Daniel, que fue un proceso interesante".
Con una formación ligada a lo teatral, y considerando además al trabajo con Veronese, Oliveira Cézar no hizo de su obra un film cargado de diálogos, en lo que resulta una de sus particularidades como directora. "DirÃa que el cine que hago, curiosamente, es un cine donde los actores no actúan y donde hay muy poco texto. Podemos hablar de Tarcovsky, un tipo de cine que me gusta mucho, me conmueve y donde me siento a gusto e identificada. Es el tipo de cine que me interesa", destacó.
Mientras tanto, dentro del relato (y acoplándose al viaje entre ese padre y su pequeño hijo) aparece Roxana Berco asumiendo el rol de la hija del personaje encarnado por Campos, lo que derivó en el dramático paralelismo entre realidad y ficción. "Eso no fue buscado. Cuando escribà el guión pensaba en Roxana como la protagonista y en Susana como la madre, por el hecho de que es la madre en la realidad, de que las conozco a las dos y que me aparecÃa como algo natural. Susana estaba lo más bien, haciendo teatro y giras por el interior con Brujas, súper activa. Un mes antes del rodaje Susana se enteró, por una pequeña molestia que tenÃa en la pierna, que tenÃa un cáncer fulminante. Obviamente la eximà de trabajar en la pelÃcula, pero ella se obstinó en hacerla, porque tenÃa un sentido enorme poder hacer la pelÃcula antes de morirse. Frente a la valentÃa que tuvo y al amor que tenÃa por el cine le dije que siguiéramos, no pensé nunca en decirle que no por el riesgo de que se muriera mientras filmábamos. Si hubiera hecho algo asà no hubiera podido filmar nunca más una pelÃcula", relató la directora.
"Coincidió entonces con que el rol de la pelÃcula era el de una señora enferma de cáncer, y dentro del plano terminó siendo una realidad --agregó--. Como también terminó siendo realidad el hecho de que fuera la despedida entre una mujer y su madre, porque la pelÃcula les permitÃa despedirse de una manera muy particular, haciendo cine juntas, algo sobre lo que tenÃan muchas ganas y nunca habÃan podido hacer. Por casualidad, para todos terminó teniendo un sentido mucho más profundo que el de la pelÃcula".
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