*El dedo del Cristo redentor de RÃo de Janeiro ha caÃdo desmenuzado por la punta asesina de un rayo. Repararlo saldrá 5 millones de dólares. -Si eso fuera derramado literalmente hacia abajo, hacia las favelas muchas otras cosas, más terrenales que celestiales se podrÃan reparar, argumenta una señora entrevistada con fondo de playa. Otra le sale al cruce y explica: -Es un gesto de amor arreglarlo y eso muy pocos parecen entenderlo.
*Siempre se hizo el bocho con la Ciciolina. Cuando se casó insistió con vestir a su amada casi todas las noches con el velo blanco, la corona de florcitas de la porno star italiana. La dama en cuestión por complacerlo lo hacÃa invariablemente de buen humor, concentrada en su papel, aunque fuera oscura, pesara 140 kilos y le faltara un molar. Según relatos, ambos eran felices en esos momentos. El por la capacidad de abstracción, ella por sentirse elegida y por meterse en la piel de una prostituta famosa. Cuando se separaron el quemó el traje de ramera en el patio de tierra, mientras lloraba con fondo de cumbia.
* Ella lo intentó todo: terapia de pareja, viajes mÃsticos, exorcismos duales, paseos al campo, grupos de reflexión. -Pobre mi marido, no se logra concentrar, alarga ella que no quiere entender que ya no la quieren. -Tengo otra mujer, dice una tarde él, decidido. -Ya se te va a pasar, Alberto -contesta ella y le ofrece un tour de meditación "para estar más juntos, cerca de Dios", explica como una maestra.
*Su tÃo tenÃa una yegua a la que bautizó Angela, que era el nombre de su amante de años. Era la forma de nombrarla delante de su esposa sin vergüenza ni venganza. La esposa que él sabÃa ya no lo querÃa, enraizada ya en el matrimonio como una planta a alrededor de un alambrado. El habÃa roto sus propias raÃces y se sentÃa vivo. Un dÃa de estos se mudarÃa con su novia y sanseacabó. Esa tarde le trajeron la noticia al boliche de que su amor habÃa sido atropellado por el expreso de las siete. La esposa que nada sospechaba lo recibió. -Me dijeron que te pusiste a llorar porque creÃste que se habÃa muerto la yegua, ¿eh? -¿Quien es esa otra Angela?, preguntó sin malicia. -Una prima lejana de la infancia... Estaba muy enferma, dijo moviendo las manos, espantando el recuerdo como a una mosca. -Mañana me mato -pensó. Pero la vida siguió igual.
*Ella se apellida Estrella y él Espejo. Cuando se casaron quedó estampada en la libreta la frase Estrella de Espejo. Al tiempo el solicitó el divorcio y ella argumentó que no estaba preparada y que era imposible separarse. -Mirá los apellidos como se han juntado y lo bien que quedan. -Ya no nos queremos -respondio él. -No importa, sigamos igual, la poesÃa todo lo puede. Fue juntado ira y al fin, cuando le partió la cabeza de un martillazo se dijo: "Se terminó la poesÃa y se quebró el espejo". El abogado defensor argumentó muy bien y fue declarada insana. Volvió a la casa del crimen al tiempo y con un gesto sagrado fue tapando todos los espejos de la casa, luego se sentó a oir jazz mientras se cebaba unos mates.
*Formalizaron un pacto suicida en el hotel alojamiento. El se disparó primero y cuando ella lo intentó repasó el cargador y no habÃa mas balas. Dentro del zapato del varón leyó una nota de puño y letra donde la absolvÃa de todo cargo, le pedÃa perdón pues la habÃa traicionado y le declaraba su amor eterno. Lo que más impresionó a los investigadores fue la frase "Sos muy hermosa y joven para morir". Ella tenÃa dieciocho y él 47, con una enfermedad terminal. Siempre fue un caballero.
*-Mi esposa me querÃa, pero ya no me quiere más -reflexiona el tipo frente a otro. -¿Y porque no se separan?. -Por los chicos, para que no sufran. -Sufren porque perciben. -SÃ, puede ser pero al menos ahora ya no más violencia. -¿Pero...y tu alma? -Que sé yo, hermano... la guardo para un dÃa poder usarla con otra mujer que me ame. Ilusiones en la mañana con perfume a café y sudor a oficina pública.
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