En mi corazón
Hace algún tiempo me tocó vivir una de las experiencias más desgarradoras que puede vivir un ser humano, la pérdida de mis dos hijos mayores y mi hermana menor. Fue en un accidente, viajábamos a Capital Federal por una causa justa, Ãbamos a compartir los últimos dÃas con una de las personas más maravillosas y generosas que conocà en la vida, que atravesaba el final de una larga enfermedad. Pero si todos nos ocupásemos de ser un poco más humanos este tipo de situaciones no ocurrirÃan; justamente porque alguien sólo pensó en su apuro por llegar a destino, porque no tuvo plena consciencia de que cualquier modificación-descuido que realicemos en nuestra cotidianeidad modifica la vida de los demás. Por eso ese dÃa ocurrió este accidente, porque alguien atropelló a dos jabalÃes, y sin importar qué sucediera con el resto de las personas que transitaran por esa ruta siguió su camino. Los que no pudimos continuar con nuestro camino, con nuestra vida fuimos nosotros.
Es por eso que creo oportuno escribir estás lÃneas, con el único sentido de detenernos a pensar un poco más nuestras acciones, a pensar que toda modificaciones que realicemos altera a nuestro entorno, modifica la vida del resto. ¿Será porque nos creemos que nuestra vida vale más que la de nuestros semejantes que nos movemos asÃ?
Inevitable es que en esta situación vengan a mà los valores, la educación, el amor, la igualdad, el respeto por los demás que me inculcó mi familia, y que todos los dÃas les transmità a mis hijos, ellos eran niños con plena consciencia de sus actos, buenos compañeros, cariñosos, tenÃan un sentido de la identidad propia y de sus pares increÃble, un respeto por su entorno ejemplar, digno de imitar. Si ellos, niños aún, podÃan comportarse con prudencia, con sensatez, podÃan reflexionar sobre sus actos ¿Por qué los adultos no podemos? ¿Por qué nos importa tan poco si perjudicamos a nuestros pares?
Inevitable es que sienta impotencia al ver que alguien se manejó con total arbitrariedad y me arrebató parte de mi vida.
Inevitable es que en nuestras vidas haya un antes y un después, pero a pesar de todo lo ocurrido, sigo creyendo en la vida, sigo creyendo en la gente que me rodea, considero que se puede seguir adelante, con la misma alegrÃa con la que todos los dÃas besaba a mis hijos, porque eso me enseñaron ellos, vivir con alegrÃa.
La vida continúa, ellos están en mi corazón, soy una eterna agradecida a esta vida, que me dio la oportunidad de tener adorables niños a mi lado, fue corto el tiempo que los tuve, pero muy intenso y eso no me lo quita nadie.
Juliana RodrÃguez Hueller
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