Tras la muerte inesperada de Merlau-Ponty, Blanchot escribe un breve artÃculo que titula Le "discours philosophique" y que publica en 1971 la revista L'Arc. Las comillas son decisivas: ponen en suspenso ambos términos por separado, discurso y filosofÃa, y también su reunión. Lo que se nombra todavÃa con este nombre quizá ha desaparecido desde siempre, en la medida misma en que es imposible escribirlo directamente.
El discurso filosófico, dice, es un discurso sin derecho: podrÃa decir todo pero no tiene el poder para hacerlo: es un posible sin poder. Es preciso despejar la relación entre estos términos por la significación que poseen para comprender la obra de Blanchot y sus sinuosos vÃnculos con la filosofÃa.
El discurso indirecto (homenaje tanto a Merlau-Ponty como a Kierkegaard) no se confunde con lo tácito, de la misma manera que "sin derecho" posee un sentido transjurÃdico, aunque resuene lo jurÃdico en cuanto tal.
Lo indirecto equivale a una posibilidad sin poder; un puro suspenso que el vocablo alemán Schweben mienta; es lo que se cierne sobre los enunciados y se acumula en sus intersticios sin poder de pasar a la luz del dÃa, aunque implique necesariamente la oscuridad en la cual resplandece y se retrae la luz del sentido.
Si lo directo es el derecho, es porque derecho equivale a dominio, control, imperio, y el poeta -como querÃa irónicamente Platón decirlo-, al mostrar el rostro obsceno de la verdad, merece ser expulsado, como Sócrates, el condenado a muerte, a quien Blanchot evoca al término del artÃculo, desterrado de la polis. Desde aquÃ, desde este tema, comienza la variación.
*Licenciado en FilosofÃa. Psicoanalista. Docente. Fragmento de una exposición para un Coloquio sobre Blanchot que se hará en Chile.
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