Los esfuerzos suelen ser inútiles para explicar lo inexplicable. A veces muchas palabras suenan como el dicho popular: "no aclarés que oscurece". Ninguno de los pronunciamientos oficiales acerca de la actuación policial en las cercanÃas de Iriondo y San Luis me cierran. Ni le cierren a tanta gente que vio la inacción cuando todo era violencia. No se puede pensar en el negro dÃa de anteayer si no se recuerda que los trabajadores lecheros ya habÃan sido sujetos de la eufemÃstica "visita" de cientos de personas del consejo directivo nacional que llegaron a Sancor el 27 de noviembre y casi en una cacerÃa recorrieron la fábrica. El miércoles redoblaron la apuesta y en un número de ómnibus que está en discusión entraron por la autopista, desde Buenos Aires. Todo el mundo sabÃa que podÃan venir por la sede sindical de una seccional dÃscola. Llegaron y por lo que habÃa pasado el 27 y las advertencias que habÃa lanzado la seccional de ATILRA, la secretaria general de Amsafé Sonia Alesso y el diputado José Tessa, entre otros, hasta se podrÃa haber calculado el número de policÃas necesarios. Sin embargo, cuando la patota ya se acercaba hacia la sede de San Luis 3385, los celulares empezaron a sonar en el Sindicato de Prensa Rosario, entre ellos el mÃo. El pedido angustiado era para que fuéramos y llamáramos a los periodistas de todos los medios. Qué se diera cuenta de qué pasaba. Y todos vimos: un vallado policial que se habÃa retirado hacia el lado de Caferatta, cuyo jefe policial no contestaba a las preguntas que los desde los medios se le hacÃan. ¿Por qué no intervinieron para impedir la violencia? Esta intervención por la que se preguntaba querÃa decir, cordones, presencia firme y disuasiva. No habÃa por qué dejarlos pasar. No estaban invitados a ninguna fiesta. Nadie pedÃa represión. La frialdad con que contestaba el policÃa, un oficial de unos ojos muy celestes y cuya identificación no estaba muy visible, contrastaba con el ánimo crispado de los que estábamos allÃ: las detonaciones se escuchaban casi al lado, los heridos estaban a pocos metros y él decÃa que no tenÃan órdenes para actuar.
No pude dejar de pensar en el accionar policial, tantÃsimas veces actúan en el momento equivocado. Tanto que los cientos, no sé exactamente cuántos atilrenses de amarillo, ajenos a la ciudad, se fueron después de tanta violencia sin que hayan detenido a nadie. No creo que se tenga individualizado de quiénes se trataba. Lo terrible, la pérdida de una vida, se hubiera evitado con la prevención real.
Después de eso vino la otra parte. Una orden judicial indicó que quedáramos dentro de la sede de ATILRA Rosario los que habÃamos entrado para escribir el documento de repudio a lo sucedido y de la misma manera hablar del acto que se harÃa por la tarde. Pasaron más de 4 horas hasta que llegó la jueza MarÃa Luisa Pérez Vara, dio orden de que nos identificaran y nos hicieran un dermotest para ver si tenÃamos restos de pólvora. Una mujer policÃa revisó mi enorme cartera y me palpó para ver si tenÃa armas. Antes lo habÃan hecho con Alesso, Norma RÃos de la APDH, compañeros de Amsafé, algunos periodistas y los propios de Prensa, con nuestro secretario general Edgardo Carmona. Mientras tanto, quienes hicieron muchos kilómetros para agredir, estarÃan de regreso. La policÃa estaba ocupada, muy ocupada con nosotros.
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