Cuatro mujeres impidieron la semana pasada que un niño de 9 años, a quien se acusaba de haber robado $ 30, fuera castigado fÃsicamente cuando un grupo de gente lo rodeaba e incitaba al policÃa que lo tenÃa tirado en el suelo, sosteniéndolo por los brazos, a que se ejerciera más violencia de la que ya habÃa en el lugar. Todo ocurrió el jueves 16, algo después de mediodÃa, cuando el chico Franco T. fue apresado a pocos metros de la intersección de Sarmiento y Córdoba. "Hay que matarlos porque después nos matan a nosotros, no es un niño, es un delincuente y hay que exterminarlos desde chiquitos", fueron algunas de las expresiones que se escucharon en la mayorÃa de entre las 40 y 50 personas que se acercaron al lugar. Las mujeres que intervinieron, miembros de la Asociación Bancaria de Rosario, fueron acusadas de ser cómplices de la delincuencia cuando hablaron para evitar que se concretara una lluvia de patadas e insultos discriminatorios y xenófobos contra el niño, integrante de la comunidad toba asentada en calle Rouillón al 5.800. Poco se sabe oficialmente de la vida de Franco y de su familia, hasta ahora no hay intervenciones de las áreas de protección de la niñez respecto del chico, que suele dormir en el centro de noche de la provincia en Presidente Roca al 1100, ni de su familia. "Sólo quisimos evitar que quienes se quejan de la violencia y de la inseguridad respondieran con tanta o más agresión que la que temen y por la que quisieron descargar la bronca en Franco".
¿Qué pasó en las horas previas a las dos y cuarto de la tarde del jueves 16 de abril, en la vida de Franco T. ¿Fue ese un dÃa como todos los demás? Rosario/12 no pudo reconstruirlo, no dio con nadie que hablara desde un trabajo institucional o sistemático con el chico o con su familia. Ni desde el Area Niñez de la Municipalidad de Rosario ni tampoco desde la Dirección Provincial de Promoción de los Derechos para la Niñez, Adolescencia y Familia de la 2da. Circunscripción. Sólo hay alguna idea de que concurre al centro de noche que depende de la provincia ubicado en calle Presidente Roca al 1100, pero en la seccional 2ª se encargaron de decir que ya habÃa sido llevado allà varias veces, desde el 2006, esto es cuando tenÃa 6 años o menos.
A esa hora cuatro empleadas bancarias volvÃan de un acto en el Concejo Municipal donde, casi como una paradoja, se declaraba ciudadano ilustre a AmÃlcar Tamburri, un hombre que además de ser parte del gremio bancario, es el presidente de la ong CHICOS donde funciona el programa municipal La Casa. En ese momento el niño Franco, ya estaba tirado en la vereda, a pocos metros de Sarmiento y Córdoba, mientras un grupo de gente que cada vez se hacÃa más importante en número, rodeaba al policÃa que lo tenÃa con fuerza por debajo de los brazos y a quien alentaba hacia el castigo con un amplio vocabulario, verdadero mix de confusión, insensibilidad y discriminación. Casi todos gritaban, se acusaba al chico de haber robado $ 30 a una mujer que trabajaba en tareas domésticas y que pasaba por allÃ. Para el caso, la vÃctima de la supuesta, o real acción del niño, ya no estaba en el lugar pero se fueron sumando otras personas para exhibir una conducta casi visceral: "A estos hay que matarlos, son los que después vienen y nos matan a nosotros".
Gabriela Peña, MarÃa José Cebollero, MarÃa Infantino y Graciela Roselló se acercaron al grupo. TodavÃa dicen que les cuesta pensar en lo que veÃan cuando decidieron dar otras palabras: "No lo agarrés asà que es un chico", le dijo Infantino al policÃa. "No es un chico, es un delincuente" fue la respuesta certera del uniformado. Mientras tanto Franco lloraba y aseguraba: "yo no robé, yo no robé". Según se decÃa en el colectivo casual y anónimo, pero asociado en la expresión de bronca que pugnaba por ser descargada contra el chico, un rato antes él habÃa estado con otros dos, un poco más grandes que habÃan logrado irse. El más pequeño cayó en manos del policÃa. El relato de las cuatro mujeres se alternó para contar a este diario lo ocurrido: "Lo increÃble eran las cosas que decÃa la gente que allà estaba, dice Gabriela Peña. Una mujer repetÃa 'yo me ocupo de mis hijos, los cuido, los mando a la escuela pero con estos qué querés, nadie se ocupa".
Con el chico casi a la rastra, tomado por las axilas, el policÃa intentaba emprender el camino hacia la seccional ubicada en calle Paraguay al 1100. El grupo que lo rodeaba mantenÃa su deseo, seguÃa incitando al que estaba uniformado y a su par de civil para que le pegaran y a más de uno 'se le iba la mano' para dar por cumplido el castigo.
"Nosotras no sabÃamos si el chico habÃa robado o no y lo único que pretendÃamos era que no lo maltrataran, que pudieran darse cuenta que era un niño" contó Graciela Roselló, secretaria adjunta de la seccional Rosario de La Bancaria. Al parecer los ánimos se alteraron un poco más cuando una de las cuatro mujeres le pidió a la otra que llamara a algunas de las organizaciones que trabajan en la defensa de los derechos humanos en la ciudad. Las dos palabras, derechos humanos, enfurecieron a buena parte de quienes allà estaban y quienes una vez más repitieron lo que todos los dÃas se puede escuchar: "¿Los derechos humanos de quiénes?, ¿y los nuestros, quiénes los defienden? TodavÃa, un importante sector de la población no terminó de entender de qué se habla cuando se trabaja contra la violación de derechos por parte del mismo Estado que los debe proteger.
Ya casi sobre la esquina de Falabella, las discusiones continuaban, algunos se habÃan sumado a MarÃa, Graciela, MarÃa José y Gabriela, incluso dos o tres de sus compañeros bancarios que habÃan hecho el mismo recorrido. Uno de ellos fue capaz de desafiar a quienes querÃan ver castigo. ¿Qué quieren, ponerse en fila para cachetearlo?, dijo, mientras los murmullos e insultos se trasladaban también a quienes ya a esa altura estaban a favor de la protección del chico "para que no lo molieran a patadas y puñetes", comentó Roselló quien además describió "eran trabajadores como nosotras, algún profesional, hasta una mujer que pedÃa limosnas con su bebé en brazos, todos clamando por justicia y acusándonos de ser cómplices de la delincuencia".
Como ya se habÃa demostrado que, al menos en esa oportunidad, serÃa difÃcil castigar fÃsicamente al chico, los policÃas que lo sostenÃan del brazo lo soltaron en seña hacia las cuatro mujeres 'aquà está, arréglenselas', fue el mensaje. "Tuvimos que tomarlo nosotras de los brazos porque se les iban todos encima...PedÃamos que llamaran a un patrullero, que se buscara a la familia".
La tarde del jueves siguió complicada. Franco fue llevado a la 2ª en un móvil policial junto a una mujer que estaba en el lugar y con MarÃa Infantino, colaboradora de la Asociación CHICOS que tiene su sede en calle Mendoza al 1.200. Por más de tres horas Infantino estuvo en la segunda, fue tomada como una especie de 'garante' del chico, una instancia poco clara, con una demora más que importante para que se le tome una declaración testimonial. Cuando llegó Leticia Faccendini, abogada de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Infantino pudo retirarse.
"Vos defendelo que en unos años más te mata de un tiro para robarte" se les dijo a cada uno de las cuatro personas que intervinieron: "Lo más triste es que puede ser cierto, las cuatro tenemos hijos que pueden ser lastimados sólo por unas monedas, pero no podemos dejar de ver la ausencia del Estado y una sociedad en gran medida indiferente".
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