(...) Desde su fundación en 1950, el Grupo Litoral desarrolló un programa estético que combinaba de un modo hasta entonces inédito las temáticas regionales, el sentido de la universalidad y la autoridad de lo nuevo. Junto a estos principios, la libertad creadora y el rigorismo de oficio, fueron otros factores que le permitieron a sus miembros operar exitosamente con la multitud de tendencias y las disonancias del lenguaje tÃpicamente modernistas.
(...) La idea del compromiso del arte con la sociedad cambió por la de un compromiso con el arte moderno, concebido ahora como forma tácita de resistencia en un clima polÃtico y cultural adverso. Clima que a comienzos de los años '50 parecÃa destinado a prolongarse por largo tiempo. Por estas razones, el solo hecho de hacer pintura moderna asumió el carácter de oposición polÃtica al régimen peronista y las expresiones artÃsticas modernistas se convirtieron en una forma de desafÃo cultural.
Pero a partir de la crisis polÃtica de 1955, la desaparición del adversario que le conferÃa unidad a un conjunto de creadores con planteos estéticos e ideológicos tan diversos comenzarÃa a producir resquebrajamientos. Fue justamente en ese año --y paralelamente al inicio de ese proceso-- que Grela abrazó apasionadamente los procedimientos plásticos y las ideas estéticas de Torres GarcÃa que además, aparecÃan acompañadas de argumentaciones mÃsticas y filosóficas. Desde entonces, nada volverÃa a ser igual: ni su visión del arte que se desplegarÃa en un permanente magisterio, ni la situación de los artistas que lo rodeaban. La caÃda del peronismo habÃa privado al Grupo Litoral de seguir desempeñando una actitud alternativa: se iniciaba asà una paulatina despolitización y cada uno de sus miembros asegurarÃa sus lugares dentro de un campo dispuesto a recompensarlos y consagrarlos de buen grado. (...)
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