Según la propia Valladares afirma en las ediciones de sus dos libros: “Nacieron porque se puede adolecer de sigilo, tardes, pinos, tranvÃas, lo que fuera. De simplemente estar estando. Ya desde niña quedé enviciada con las personas, las almas y ciertos deleites singulares. Siempre propensa a las miradas y sus terribles azaresâ€.
Con crÃtica y lectores fascinados ante la edición de estos tÃtulos, no le interesa en absoluto internarse en la selva cultural de los años ’60 sino “apenas mirarla de reojo hasta sentirme ofendida por la proliferación de ismos sin sentidoâ€.
De inmediato decide acurrucarse contra el arte establecido y garabatea tajo a tajo lo que la propia vida imprime “impaciente y sin cesar adentro mÃoâ€. Hasta que una noche, alucinada, logra contemplar aquel inolvidable cortejo de amazonas, derrumbando abruptamente el muro de su sueño. Insomne, camina descalza hacia el patio, hipnotizada al escuchar el sonido de viejas bagualeras montadas a pelo, semidesnudas, los ojos en llamas, las cajas repicando a coro con sus desgarradoras voces. Lo que luego sucediera ya es historia.
Toda una vida para hacer real el imprescindible, urgente, Mapa Musical de Argentina. Un paÃs al borde de perder sus tradiciones, pero que logra rescatar, grabadorcito en mano, pueblo a pueblo, aldea tras aldea. Desde “América en cueros†hasta “Grito en el cielo Iâ€, junto a León Gieco, con tres ediciones posteriores, logra cumplir su misión irrefrenable.
En el primer libro, Mutapetes, escribe: “Nación de una lapicera con la que me declaro insurrecta. Llena de embestidas a la hoja de papel. Hago Mutapetes, palabra extraÃda de la magia y la cosquilla; especialmente inventada para contar las mutaciones del chupete en la historia de los seres, melliza de ‘Putapetes’, su propio apellido original, con la marca de cada rostro en un costadoâ€.
Como el libro hace años agotado es prácticamente inhallable, intento describirlo: hacia la izquierda, el piolÃn trazado los incrusta adentro del papel en franca rebeldÃa ante la probable palabra ilustración. Seguidos, sus veintiocho estrictos garabatos, dibujados con eximia punterÃa, despeinando las mentes de los prójimos. A su derecha, esa misma galerÃa desopilante se autopresenta y manifiesta impensables motivos de existir.
Anonimata, por ejemplo, sabe que raspa y paspa el mundo y nació con tanto por vivir que se empotró en la cuna. En cambio, Ventolina Psiquis es sonidista de alma, traspasa cuerpos sonoros a velocidad de orgÃa. Su vecino, al que le otorgan una gran “alcurnia rococóâ€, es nada menos que PutÃsimo de Antemano, a quien al final de sus dÃas lo encontrarán coronado de puntillas. Leda nos lleva en fila india por la intemperie del humor y la ironÃa a la que logramos acceder a través de su apuro casi inaudito al celebrar en nuestras almas rumiantes de vidas clandestinas.
Camalma (La cama y el alma o poemas y otros sondajes) contiene casi cuarenta magnÃficos poemas con prólogo y epÃgrafe de la autora: “Me da miedo el cuerpo / le faltan miles de besos / y un domicilio en el cieloâ€. Olvidar o ser olvidado se compara con la vieja plaga de los nidos que igualmente no pesan en los árboles frondosos de recuerdos.
Leda, inmensa en su crear. TodavÃa falta hablar de tantos tesoros, como aquel bolero que con fugaz seudónimo cantara, adolescente y germinal: “Se me ha salido el alma a la calle / y el corazón a la vereda. / En una esquina existo de pronto. / Con una esperanza en guantesâ€.
II Congreso de Pensamiento Latinoamericano
América en cueros: La obra de Leda Valladares como pensamiento polÃtico latinoamericano.
Sábado a las 17: Fernando Noy, Oscar Palacios y Laura Peralta, en la Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo.
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