El primer amor que alguna vez construÃ, hoy en dÃa me causa gracia. O ternura. Un amor de poetas. De creadores. Un adolescente que estudiaba en la universidad y apenas sabÃa quién era. Ese era yo. La magia de la distancia y el ciberespacio hicieron el resto. Del otro lado, Andrés. Nos escribimos durante un mes y medio. Con mil miedos, me fui desnudando, compartiendo. Sólo por mails, emulando los amores por carta, la novela epistolar. Me enamoré de algo que yo construÃ. Como siempre, dijo una amiga, los amores que comienzan en la mente de uno, o por mail, nunca terminan bien.
Yo no sabÃa quién era ni qué querÃa, pero algo tenÃa claro: yo iba a viajar, querÃa conocerlo en persona. Me habÃa enamorado de su escritura, de todo lo que yo apenas entendÃa, pero estaba ahÃ, latente. El mes y medio de mails casi diarios pasaron. Y fui. Lo pasé a buscar por el trabajo, me llevó a su casa, me besó, lo besé y pasé mi primera noche con un hombre. Una de las experiencias más plenas de mi vida.
Por supuesto, una vez que perdà mis miedos, una vez que descubrà quién era, quise más, mucho más. Pero él no era la persona que yo necesitaba. El me habÃa amado, pero a su manera. El querÃa iniciarme en un mundo que yo no conocÃa. Pero no querÃa nada más. Lo que yo vi como promesas fueron palabras en el viento. Nunca fui la virgen inocente y abandonada. SabÃa lo que él querÃa y estaba dispuesto a entregarme en cuerpo y alma. Es que yo creÃa amarlo. Amar su escritura. Creo que las palabras son mi debilidad. Lo vi dos veces más, una vez en su casa, otra en la mÃa. Supe de las mentiras y de las promesas y de los engaños. Enloquecà y me convertà en un amante demandante de alguien que no existÃa. Un hombre que fue creado en la realidad de mi mente y su cuerpo. Un buen tiempo tardé en dejar de odiarlo. Pero comprendà un poco. Y agradecà mucho. Después vendrÃan otras cosas, otros hombres, otro amor que me transformó nuevamente en un amante obsesivo. Otro amor que olvidé. Porque un dÃa el sueño de mi amor se convirtió en realidad. Y conocà a Cristian. Y estoy con él ahora. Y no tengo obsesiones ni imagino personas que no existen. Será que Andrés fue mi primer hombre y mi primer amor, el que me convirtió en un hombre de verdad, el que me abrió los ojos; pero Cristian, Cristian es mi amor real. La persona que me tranquiliza y me hace olvidar mis miedos y mis tristezas.
El hombre que me sonrÃe al hacer el amor. El amor que, más allá de lo que deparen nuestros destinos, es el amor de mi vida.
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