El acuerdo reducirá la deuda griega del actual 160 por ciento del PIB (350.000 millones de euros) a un 120,5 en 2020. La meta supera levemente el objetivo inicial del 120 por ciento fijado por la Eurozona. Para ello los acreedores privados (bancos y fondos de inversiones) deberán asumir de forma voluntaria una quita del 53,5 por ciento de la deuda, es decir unos 107.000 millones de euros.
El acuerdo "cierra la puerta al escenario de un default, con las graves consecuencias sociales y económicas" que ello acarrearía, declaró el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso.
En los últimos días, el Gobierno griego cumplió con los requisitos que le exigía Bruselas a cambio de la ayuda: el aval del Parlamento al plan de nuevos ajustes; garantías de los partidos de la coalición gubernamental; e identificación de recortes adicionales por 325 millones de euros para ahorrar un total 3.300 millones de euros en 2012.
Pero a cambio de la ayuda, los países de la Eurozona anunciaron que reforzarán los "sistemas de vigilancia" en Atenas con el objetivo de tener todas las garantías de que el rescate esta vez no será en vano. "Necesitamos reforzar las instituciones griegas", indicó el comunicado de la Eurozona. "Para ello, prevemos el envío de una misión de refuerzo en forma permanente" de la troika de acreedores públicos (los países de la Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), añade el texto.
Grecia también debió aceptar que los fondos del rescate sean depositados en una cuenta bloqueada para que se destinen sobre todo a pagar los intereses de la deuda, y no al pago de salarios y pensiones entre otras cosas.
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