La gran explosión, que según testigos siguió a otra más pequeña en el mismo sitio, se produjo muy cerca de una de las sedes de interrogatorios más temidas de las fuerzas de seguridad sirias. Muchos presos políticos fueron torturados en estas instalaciones, según denuncian las organizaciones de derechos humanos en ese país.
Por su parte, enterado de los atentados, Annan llamó a las partes en conflicto a respetar la tregua. "Todo lo que conlleve a más violencia y tensión sólo perjudicará aún más a los afectados", aseguró. Por su parte, el embajador sirio ante la ONU, Bashar Jaafari, dijo ante el Consejo de Seguridad que los atacantes suicidas de Damasco procedían de países "bien conocidos" para la comunidad internacional.
La televisión estatal mostró imágenes de cadáveres carbonizados. Al menos 30 coches fueron destruidos por la explosión en el barrio de Al Kazzaz, en el que también resultaron dañados varios edificios. Muchos de los residentes que salieron ilesos se encuentran en estado de shock. Algunos de ellos gritaban: "Alá proteja a Siria".
El jefe de la misión de observadores de la ONU, Robert Mood, visitó el lugar de los atentados y dijo que "este es otro ejemplo del sufrimiento del pueblo de Siria por actos violentos. Lo hemos visto aquí en Damasco y en otras ciudades y pueblos en el resto del país", apuntó Mood, mientras seguidores del régimen cantaban "Alá bendiga a Bashar".
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