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Ante un concurrido público que llenaba la plaza central, que generalmente alberga manifestaciones de la izquierda pacifista israelí, Netanyahu fue el primer orador de una importante lista de dirigentes de partidos derechistas. El dirigente del partido conservador Likud disparó sus últimos cartuchos para apelar al electorado indeciso de la derecha y atraer a miembros de su partido desencantados.
"Quiero decirle a todos los que vinieron esta noche de todo el país, desde la Galilea hasta el Neguev, desde Judea y Samaria (Cisjordania) hasta la costa (...) que Jerusalén es nuestra capital indivisible y que no será dividida", fueron sus palabras de apertura. Así, por primera vez en la campaña, el primer ministro aseguró que si continúa en el poder nunca aprobará la retirada de los asentamientos judíos en los territorios ocupados a Palestina.
Las últimas encuestas publicables otorgan entre 20 y 21 escaños al partido de Netanyahu, al menos cuatro por debajo de su rival, el líder laborista Isaac Herzog.
El líder derechista también convocó a "la unidad de Israel" y evocó el "espíritu judío". "¿Qué hay de malo en respetar la tradición judía?", provocó, en referencia a las recientes leyes y políticas destinadas a reforzar el carácter judío del Estado.
Convocada por la Plataforma por la Tierra de Israel, que reúne a dirigentes y activistas de varias formaciones nacionalistas, los organizadores han buscado trasladar el mensaje de que sólo la derecha garantizará la integridad territorial israelí al oeste del río Jordán.
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