Progresismo racista
El primer gobierno progresista en Colombia ha demostrado que el racismo institucional no es patrimonio exclusivo de la derecha: también anida en la izquierda. La salida de ministros afrodescendientes e indígenas, bajo un doble rasero público y discriminador, expone las deudas estructurales del progresismo con la igualdad racial. Mientras se celebran logros sociales, persiste la exclusión de los pueblos negros y étnicos, reducidos a símbolos sin poder real. El desafío pendiente: una agenda antirracista profunda y de reparación histórica.