El líder de Irán, Ali Jameneí, encabezó por primera vez en cuatro años la oración del viernes para honrar al asesinado líder del grupo chiíta, Hasán Nasralá.
El ejército israelí insistió en que responderá el ataque de misiles de Irán, mientras que Teherán advirtió que no quiere la interferencia de otros países en el conflicto.
El ejército israelí y estadounidense repelieron la mayoría de los disparos en una acción conjunta. El ataque fue celebrado por Teherán y sus aliados y repudiado por la comunidad internacional.
El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu dio luz verde al ataque momentos antes de su participación en la Asamblea General de la ONU.
Más de 90.000 personas abandonaron sus hogares y al menos 9.000 de ellos cruzaron la frontera hacia Siria, tras la intensificación de los bombardeos israelíes.
Al menos seis personas murieron y otras 25 resultaron heridas en un nuevo bombardeo israelí contra un edificio en Dahye, un suburbio meridional de la capital.
Los países del G7 temen una escalada del conflicto en la región, mientras que Qatar y Turquía se ofrecieron como mediadores para evitarlo.
Israel indicó que los ataques contra Hezbolá continuarán hasta que los israelíes desplazados de las comunidades fronterizas en el norte del país puedan volver a sus hogares.
El empresario israelí habría recibido la orden de transportar dinero o una pistola a ciertos lugares, o de amenazar a otros israelíes reclutados por Irán que no cumplieron sus tareas.
Se presentó un informe elaborado por organizaciones que operan en Gaza, un 83% de la ayuda alimentaria estaría siendo bloqueada, a lo que se suma la denuncia de la UNRWA por el cese del visado para trabajadores humanitarios por parte de Israel.