Alejandro "Toto" Cerúndolo lo describió a la perfección: "Sus partidos son como en los pueblos en los que no queda nadie en la calle, están él y el rival, y hay un cartel que dice 'dead or alive'; (muerto o vivo); Fran y el otro a los tiros, esquivan las balas, y gana el que mete el último balazo. La vida de Fran es la de un pistolero: sabe que tiene mucho fuego y lastima siempre que pega".

Viejo conocido del mundo del tenis, 309° en 1982, entrenador de varios jugadores destacados y capitán de Fed Cup a fines de los '80, se ocupó de definir, tres años atrás, a su hijo mayor Francisco Cerúndolo, uno de los mejores jugadores del circuito y animador de la nueva generación de argentinos.

Cuando el Pistolero ajusta las clavijas y acierta con su veloz drive consigue, en efecto, desbordar a cualquier rival que se le plante del otro lado de la red. Sucedió este martes en el Masters 1000 de Madrid: el actual 22° del mundo dio el golpe y eliminó al alemán Alexander Zverev (5° del ranking; ex 2°) por 6-3 y 6-4 para meterse en los cuartos de final.

“Fue mi mejor partido del año y uno de los mejores de toda mi carrera; hace mucho tiempo que estaba buscando un triunfo así”, analizó el jugador de 25 años. Acaso haya sido el mejor partido, por despliegue, de su vida como profesional: lo empujó dos metros detrás del fondo a Zverev durante casi todo el desarrollo, lo trajo a correr con drops y cambió las velocidades cada vez que el juego se lo pidió.

"Jugué un partidazo de principio a fin. El tenis es muy mental; todos juegan bien. Hay algunos que pueden mantener el mejor nivel durante más tiempo que los demás y ahí está la diferencia mental. Es muy importante confiar en uno mismo y en sus tiros", destacó quien buscará el pase a semifinales ante el estadounidense Taylor Fritz (13°; ex 5°).

Partidazo le queda corto. En apenas una hora y media de disputa, en un choque sobre polvo de ladrillo, Cerúndolo conectó nada menos que 19 tiros ganadores -contra once errores no forzados-. Quince de ellos fueron con el drive, golpe con el que puso adentro de la cancha un 88 por ciento de los tiros. Lo pasó por arriba. Jugó en modo top 10, precisamente el objetivo principal que se planteó en el inicio de la temporada.

"La meta más grande que tengo es ser top 10. Para eso necesito que me vaya bien en los torneos más importantes, en los Grand Slams y en los Masters 1000. Creo que todo va a ir de la mano", había anticipado Cerúndolo, a pocos días de arrancar la temporada, en una conversación con este diario, cuando se conoció que trabajaría durante algunas semanas al año con el prestigioso coach Franco Davin, ex entrenador de Juan Martín Del Potro, Gastón Gaudio, Fabio Fognini y Grigor Dimitrov, entre otros.

Acompañado en Madrid por el coach Nicolás Pastor, el mayor de los hermanos Cerúndolo -Juan Manuel tiene 22 años, es 179° y llegó a ser 79°- logró su octavo éxito frente a un jugador ubicado entre los diez mejores del mundo -contra nueve derrotas-.

Además es el primer argentino en cuartos de final de singles masculino en el Masters de Madrid desde 2012, cuando Del Potro llegara a las semifinales en el polémico polvo de ladrillo azul, instaurado por el inefable rumano Ion Tiriac, ex promotor del torneo y ex coach de Guillermo Vilas. "Me pone muy contento; es una linda estadística. Estoy orgulloso de poder cumplirlo y quiero seguir", dijo Cerúndolo, con más hambre que nunca.

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