Ya había caído la noche. Fotógrafos, periodistas, autoridades, familia, amigos, todos estaban en la cancha central del Córdoba Open alrededor suyo. La euforia era mayúscula. Juan Manuel Cerúndolo acababa de consagrarse campeón después de hilvanar ocho victorias en su primer certamen de ATP -tres de qualy y cinco del cuadro principal y, en medio de los festejos, dejó al desnudo la inocencia de sus 19 años cuando le dieron el champán: "No sé cómo se abre". Recién después de la ayuda de una asistente pudo empaparse con todos en plena celebración.

El menor de los hermanos Cerúndolo -Francisco tiene 22 años y es 135° del mundo; María Constanza tiene 20 y es jugadora de hockey del Belgrano Athletic y de Las Leonas- generó un cimbronazo de calibre histórico: en su primera participación en un torneo del máximo circuito, con 19 años y tres meses, se convirtió en el quinto campeón argentino más joven de la Era Abierta detrás de Guillermo Pérez Roldán, Horacio De La Peña, Alberto Mancini y Guillermo Coria. "Todavía no caí, siento que es un torneo más el que gané. La verdad es que todo esto es una locura, siento una emoción increíble. No lo puedo describir”, le dijo Juanma a Página/12 el domingo, con el trofeo en la mano, instantes después de ganarle la final por 6-0, 2-6 y 6-2 al experimentado español Albert Ramos, 47° del mundo, ex17° y finalista de Montecarlo en 2017.

Cerúndolo, quien llegó a Córdoba como el 335° del ránking, despliega un tenis atípico para la época. En tiempos en los que predominan la fuerza y la potencia, aparece como una antítesis: es un constructor que apela a la paciencia, piensa cada pelota con la cabeza puesta en la siguiente y suele defenderse detrás de la base con una parábola profunda que le permite reiniciar el punto cada vez que necesita tiempo. Y en ese sentido se define a sí mismo: "Creo que soy más bien un contragolpeador, más táctico, más defensivo, me gusta usar la velocidad del otro; juego y distribuyo con la derecha. Con el revés soy más neutro y con el saque apuesto al porcentaje de primeros".

Cerúndolo, el campeón del Córdoba Open. Imagen: Prensa Córdoba Open

Su padre Alejandro "Toto" Cerúndolo, quien fuera 309° como tenista en 1982, entrenador de varios jugadores encumbrados y capitán de Fed Cup a fines de los '80, suele ponerle varios apodos. El último de ellos llama la atención: Hannibal Lecter, el psicópata de ficción creado por el novelista Thomas Harris. "Mi papá me pone muchos apodos, esta semana me dijo Hannibal, es muy cómico, pero no me gusta mucho, no me siento identificado. Es un asesino serial”. La analogía es metafórica, claro, pero bien podría explicarse en base a las herramientas que Cerúndolo utiliza para fagocitar la cabeza y las piernas de sus rivales. Camino al título hubo partidos en los que desquició al contrincante de turno; Kecmanovic -coacheado por Nalbandian- y Coria, por caso, terminaron fundidos y nunca pudieron resolver el acertijo en el que los metió Juanma.

El menor de los Cerúndolo es entrenado por Andrés Dellatorre; preparado físicamente por Marcelo Gaute, Matías Rizzo y Esteban García Giménez; representado por Mariano Ink; y tiene como kinesiólogo a Nicolás Pacioni. Después de atravesar la clasificación y derrotar a Thiago Seyboth Wild en la primera ronda, en lo que fuera su primer triunfo en el circuito grande, se acercó a una de las personas encargadas de la prensa de la ATP y le preguntó si ya le podían verificar la cuenta de Instagram, un indicador predominante en los nuevas generaciones. El tilde azul, en efecto, apareció tras el triunfo ante Kecmanovic en octavos de final.

Para poner un poco en contexto el logro de Cerúndolo, también apodado La Compu por su inteligencia y su meticulosidad para jugar al tenis, hay que remarcar que arribó al torneo como el 335° del mundo y se fue como el 181°, un ránking que ahora le permitirá jugar las qualies en gran parte de los ATP y, sobre todo, en los Grand Slams. Apenas terminada la premiación del último domingo en Córdoba recibió varias preguntas de la prensa sobre su "nueva vida", pero él siempre respondió con altura y sinceridad absoluta: "El tenis sigue, estoy 180, todavía no hice nada. Si mi sueño es crecer en el tenis tengo que seguir”. Uno de sus anhelos, aunque mantenga los pies en la tierra, es ganar en Roland Garros. Su forma de jugar, por lo pronto, funciona a la perfección en canchas lentas y vaya si quedó demostrado en Córdoba. Y su ídolo, como no podía ser de otra forma, es Rafael Nadal.


"A mi papá le gusta analizar el calendario, los números, las estadísticas, el ránking, y a mí también. Soy de estudiar mucho el tenis, los números y los datos. Es un buen recurso”, contó Cerúndolo, quien heredó de Toto la pasión por examinar el tenis al extremo. Tiene grabado, además, cuál es el mejor consejo de su padre: ganar siempre es lo más importante. Y la faceta cabulera se pudo observar durante toda la última semana en Córdoba: Toto miró todos los partidos de su hijo en la misma tribuna, con la misma indumentaria y solo, justo enfrente de donde se sentaba su mujer María Luz, también extenista y psicóloga deportiva.

Hubo un cambio fundamental, entre muchos otros factores, para que Cerúndolo pudiera dar el golpe en el Córdoba Open. A principios de año cambió su raqueta, dejó la Head Prestige, un modelo pesado que ofrece más control, y tomó la Head Extreme, un prototipo más liviano y con mayor facilidad para despedir, lo que le permite realizar un desgaste físico menor. “Las condiciones del torneo me favorecieron. La pelota pica mucho por la altura (NdR: alrededor de 700 metros sobre el nivel del mar), no porque sea una bola viva, sino más bien lenta, y con la nueva raqueta pude despedir más. Eso ayudó a mi juego y generó más potencia", analizó.

Ubicado ahora en el tercer lugar de la Carrera al Masters Sub 21 de Milán, detrás del canadiense Féliz Auger Aliassime y el estadounidense Sebastian Korda, Cerúndolo también es el número tres del mundo entre los nacidos en 2001: sólo está debajo del italiano Jannik Sinner (34°) y el estadounidense Brandon Nakashima (143°). Más allá de las nuevas" "obligaciones" que surgieron en los últimos días por su repentina popularidad, su personalidad será la misma. Los pedidos fotos y los autógrafos, sin embargo, se incrementarán por estas semanas. Y habrá más gente que lo conozca, como el piloto del avión que lo llevó de Córdoba a Buenos Aires el último lunes, quien antes de despegar se dirigió a los pasajeros y dijo: "En este vuelo viaja el campeón del Córdoba Open".

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