“¿Qué otros modos de justicia podremos crear?” Esta pregunta abre al paso a los ocho testimonios que estructuran Hacer vivir, hacer morir. Pliegues de un encierro que se extiende (Editorial Tinta Revuelta-YoNoFui), un libro en formato digital y de distribución libre que hilvana relatos de mujeres y personas trans en la cárcel o en arresto domiciliario. La puntada es descarnada, en crudo. La escritura fue a través de conversaciones telefónicas haciendo un intento de intervenir lo menos posible en la transcripción de las voces de Dalma, Ana, Jésica, Stancy, Nati, Fer, Lourdes y Geral desde el Complejo IV y Unidad 31 de Ezeiza, la Unidad 33 de Los Hornos y la Unidad 47 de José León Suárez.

Eva Reinoso es escritora y forma parte de YoNoFui, colectivo feminista que trabaja en proyectos artísticos y productivos con mujeres y disidencias dentro y fuera de las cárceles. En el 2008 estaba en el complejo VI de Ezeiza y participaba del taller de poesía y serigrafía. Cuando recuperó su libertad se integró al colectivo editorial Tinta Revuelta -línea editorial de YoNoFui- en donde elaboraron fanzines y una colección de textos al que llamaron Escrituras Amotinadas: “Esta colección se inaugura con el libro Hacer vivir, hacer morir. Pliegues de un encierro que se extiende. En el marco de la pandemia, surgió a necesidad de armar un relevamiento artesanal con las situaciones judiciales y las desastrosas condiciones de detención de distintas compañeras tanto en unidades federales como provinciales, en ese ida y vuelta de charlas emergieron estos relatos que son el resultado de largas conversaciones telefónicas y de escuchas atentas con personas que estaban en contacto con YoNoFui previamente, ya que tomaban los talleres con nosotrxs dentro de las unidades. No utilizamos grabador, sino que escribimos mientras íbamos conversando, esa fue una decisión editorial, no intermediar las conversaciones sino hacer un pasaje de la oralidad a la escritura para mantener la frescura de los relatos”, cuenta Eva que recuperó su libertad en el 2015.

“Yo digo, perdí mi libertad, pero no la libertad de una vida digna”. Dice Dalma desde Ezeiza, una activista trans que cuenta como observa las marcas que tiene en el cuerpo mientras se baña. El libro no solo irriga el dolor profundo de mujeres y personas travestis y trans que habitan el espacio intramuros, recoge también las experiencias previas a la cárcel: “Sos el porcentaje que no debería salir del que hablan los diarios, de los que no merecen segundas oportunidades, como si acaso, hubieras tenido una primera”, dice el prólogo de un libro que contiene experiencias del derrumbe que interpelan acerca del encierro, la imposibilidad de moverse y el hacinamiento; y que fueron tomados durante mayo y junio en pleno ASPO (aislamiento preventivo social y obligatorio).

Re tejer y vivir a pesar de la sentencia que parece extirpar de la vida a quienes la sociedad trata como desecho. El tejido afectivo es la materia orgánica del libro: “Queremos decir que lo político, hoy, aquí y allá, entiende cada vez más que puede articularse a partir de la creación de redes que vienen a sostenernos desde lógicas que no necesariamente entienden el lenguaje de lo establecido” dice Brigitte Vasallo en “Amores. Redes afectivas y revoluciones” y es esa red la que sostiene -quizás con alfileres- la vida que encarnan el dolor y la crueldad de estas experiencias en primera persona.

“Me enoja cuando dicen que nos vamos a enfermar todos, porque enfermarse acá dentro no es lo mismo” dice Ana que lista sus enfermedades: hipertensión, asma, problemas renales y cardiológicos. Ella también esta en Ezeiza y se hace una pregunta crucial ¿Qué hay entre una presa y un ciudadano común? Lejos de poder dar respuesta, las preguntas se expanden con la lectura de este libro urgente y necesario, urgente porque ¿qué tiene para decirnos la cárcel? ¿qué hay de este engranaje punitivista que excluye, descarta y mata? ¿quiénes están en deuda? Stancy es colombiana, como muchas personas que están en situación de encierro, habla de pagar la condena mas “veces” de lo que les corresponde. Y es que “pagar” por todo eso que se dice que hicieron, vuelve a la pregunta sobre de que lado del muro está la deuda.

Juliana esta en la cárcel con su hijo de un año y medio “no tengo para darle de comer, el nene me va a comer a mi”. Desde antes de que se declarara el ASPO los reclamos en las cárceles de la provincia de Buenos Aires eran urgentes, con la cuarentena, las denuncias por problemas de higiene, atención médica y el no otorgamiento de domiciliarias que cumplían los requisitos, fueron demandas difundidas tanto en medios como en redes sociales, sin embargo, en estos seis meses no hubo políticas públicas que se ocuparan del problema.

Nati esta tratando de conseguir el arresto domiciliario, pero no tiene dirección: “No me hablo con mi familia hace 15 años, intenté hablar con ellos para ver si me daban una dirección, pero no me dieron bola”. “Nos cuidamos mas nosotras de los que nos cuidan” dice Fer. El cuidado es, como este libro y como las redes construidas, una herramienta para contrarrestar esa (in) justicia patriarcal, racistas y clasista. Lourdes esta con arresto domiciliario, es peruana y vive hace 15 años en Argentina, tiene pulsera con gps: “Una de mis hijas cumplió 15 años y le hicimos el cumple en el patio, el gps no llega hasta ahí, así que pedí que ese día me dejaran estar en el patio y me dijeron que no”.

Yo sobreviví de aferrarme, es complejo, porque la policía te separa, pero estar con tus compañeras es lo mas. De la reja para adentro estamos en la misma, de la reja para afuera, guerra a la yuta” Así cierra Geral, este conjunto de relatos en primera persona, esbozos que invitan a una cercanía con un encierro que no deja vivir.

Eva Reynoso cuenta que el libro ya esta en imprenta para salir a girar en formato físico: “Si bien estos relatos están atravesados por la complejidad de la pandemia, muestran la violencia estructural y el abandono del estado en nuestras cárceles, es como dice una compañera en el libro: "Tenemos que meternos en el barro y hacernos cargo de que las cárceles existen. "