CARTAS DE LECTORES

La ética médica

Todo comenzó con la feliz confirmación de un embarazo. A los tres días, tras unas leves pérdidas, acudimos a la guardia del IADT, donde diagnosticaron un aborto espontáneo que, por lo reciente del embarazo (5 semanas), no requeriría tratamiento alguno. También recomendaron consultar con un especialista en ginecología y fertilidad. Es así que acudimos al Dr. Alejandro Oubiña, de la Clínica PREGNA. Pedimos un turno con él, pero nos atendió un médico de su equipo, el Dr. Hernán Pettorossi. Sin realizar ninguna revisión médica ni ningún estudio adicional, confirmó el diagnóstico de aborto espontáneo y la “no” necesidad de tratamiento alguno.

Cuatro días después, en medio de intensos dolores abdominales, volvimos a la guardia del IADT. El cirujano y ginecóloga de guardia concluyeron que los dolores se debían al proceso natural del aborto espontáneo, sumado a una inflamación intestinal, para lo que recetan un antiinflamatorio, dieta y reposo por 24 hs. Diez días más tarde las pérdidas y los dolores continuaban y pedimos un turno de urgencia en la clínica PREGNA. Desestimando la urgencia, sólo nos recetaron telefónicamente un análisis de sangre. Tras el resultado, el Dr. Pettorossi se comunicó también por teléfono diciendo que el embarazo se encontraba detenido, que debíamos hacer seguimiento por análisis de sangre. Intranquila por la respuesta, mi pareja se comunicó otras dos veces e insistió en la necesidad de una revisación física, debido a los dolores y a que, hasta ese momento, no habían realizado revisación alguna ni ningún estudio médico más allá de los análisis de sangre. La respuesta fue que “si hubiera algún riesgo ya se lo hubieran dicho” y que “en caso de sentir un dolor intenso vaya a alguna guardia”. El viernes, tras una semana de incertidumbre, el Dr. Pettorossi, nuevamente por teléfono y sin que mediara ninguna revisión física, nos informa la posibilidad de un embarazo ectópico. Insistimos en hablar con el Dr. Oubiña, que esa noche se comunicó por teléfono para reiterar las explicaciones de Pettorossi. Hizo hincapié en la “ausencia de riesgo de la situación” e indicó un nuevo análisis de sangre para el lunes y un turno en la clínica.

Ese lunes, con creciente dolor y cursando la 8a semana de un embarazo atípico, nos atendió finalmente el Dr. Alejandro Oubiña, con trato seco y distante. En los mismos términos que su colega, e ignorando a la paciente ya que hablaba sin mirarla, insistía en que lo único que se podía hacer era seguir el proceso por medio de análisis de sangre. Insistimos sobre si no era prudente hacer una revisación física u ecográfica, frente a lo cual esgrimió respuestas como “no tiene sentido hacer una ecografía ya que lo que tiene es microscópico y no se llega a ver”. Todo el tiempo desacreditó nuestras inquietudes, dando a entender que nuestros miedos eran exagerados y que “si fuera mi mujer, le paro el carro”. Sin ninguna respuesta a nuestra preocupación, no nos dio siquiera la posibilidad de informarnos sobre el presunto diagnóstico de embarazo ectópico, sobre los tratamientos que fueran menester realizar ni sobre la evolución, riesgos, complicaciones o secuelas posibles.

Ese mismo día buscamos otro profesional, quien entendió inmediatamente la complejidad de la situación y fue expeditivo y criterioso. Rápidamente recetó una ecografía, junto a un análisis de sangre que confirmaron el diagnóstico temido, era un embarazo ectópico avanzado y de riesgo, con un cuerpo de casi 2 cm de diámetro alojado en la trompa izquierda y sangre en la zona abdominal. Molestos frente a la negligencia y maltrato de la clínica PREGNA, le dejamos un mensaje al Dr. Pettorossi, informándole sobre los resultados de la ecografía. Ni él, ni el Dr. Alejandro Oubiña ni ningún representante de la clínica dieron respuesta alguna hasta el día de hoy.

Ese mismo jueves se realizó la operación. El propio doctor se asombró de lo que encontró: el cuerpo que ya se había podido ver en la ecografía tenia 8 cm, había sangrado en la zona abdominal y la trompa se había perdido. Por suerte, llegamos a un médico a quien le preocupa más la salud de los pacientes que la plata que le deja su intervención, entiende que el paciente es un ser humano y lo trata y lo sigue como tal, preocupándose por su evolución y sus síntomas. Hoy mi pareja está recuperándose, con una trompa de Falopio menos, lo que le disminuye su posibilidad de ser madre, y sin ninguna noticia de la prestigiosa clínica de fertilidad, quizás porque un caso como éste, frente a los remunerativos tratamientos de fertilidad, no les merecía mayor atención.

Jorge Español - DNI 18.790.466

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