CIENCIA › DIáLOGO CON DIEGO TOMáS TUERO, INVESTIGADOR DEL CONICET, ESPECIALISTA EN MIGRACIóN DE LAS AVES

Todo pasa, pero lo nuestro es migrar

La migración de las aves es un delicioso misterio. ¿Por qué emprenden esos difíciles viajes de miles de kilómetros y luego regresan al mismo lugar? El jinete, que también suele migrar, se interna en ese curioso aspecto del comportamiento animal.

 Por Leonardo Moledo

–Mire, su foto no aparece, así que voy a tener que ilustrar con otra cosa.

–Ponga una tijereta.

–Bueno. Usted se dedica a las aves migratorias.

–Sí. Mi tema está centrado en una especie migratoria, justamente la tijereta.

–Qué casualidad.¿Y cómo migran las tijeretas? Primero hagamos la descripción, después pasamos a las preguntas difíciles.

–Tengo que decirle que ésa ya es una pregunta difícil, porque la migración de esta especie no ha sido estudiada hasta ahora. Estoy trabajando con un colega estadounidense acá en Buenos Aires.

–¿Dónde viven normalmente?

–¿Las aves? En la época no reproductiva, en el norte de América del Sur (Colombia, Venezuela y norte de Brasil). En la época reproductiva vienen para el sur de América del Sur (Uruguay, Argentina).

–Se reproducen aquí y vuelven.

–Sí.

–Y eso es todos los años.

–Sí.

–Es raro, ¿no? Porque de Venezuela hasta acá debe haber como 7 mil kilómetros... ¿Qué clase de estrategia reproductiva es ésa? No parece ser muy conveniente viajar tanto... Especialmente si uno no lo hace en avión.

–La pregunta, entonces, es por qué migran. Hay varias posibles respuestas. Una es que en la época no reproductiva, el invierno, la cantidad de alimentos escasea. Por lo tanto, se van a zonas donde el alimento está más disponible y aumentan su supervivencia. Eso es un problema, acá en Buenos Aires, porque uno ve aves durante todo el año, y no es una zona donde haya una variación climática muy intensa como pueden ser zonas cercanas a los polos donde, como hay nieve en invierno, el alimento efectivamente escasea. Esta hipótesis, entonces, no explicaría del todo. Pero lo que tenemos que tener en cuenta es que lo que estamos viendo es la actualidad y no el pasado. Puede ser que a lo largo de la historia evolutiva de la especie las condiciones ambientales fueran cambiando y que antes sí hubiese habido algún tipo de escasez...

–A excepción de que migren a Buenos Aires porque les guste el tango.

–Posibilidad que todavía no contemplamos...

–¿Qué edad tiene esta especie?

–No lo sé bien. Acá una colega me sopla que alrededor de 5 millones de años.

–Hace 5 millones de años la geografía era muy distinta. Creo que hay un caso de tortugas que migraban a una isla para desovar, que les quedaba a 200 metros de donde vivían. La isla se fue alejando muchísimo. Hoy está a 1000 kilómetros y siguen yendo. Eso puede aplicarse a las aves, ¿no?

–Claro, eso es lo que le estoy diciendo.

–Y hay puntos de descanso en la migración, ¿no?

–Sí. Eso varía entre las especies. Justo ahora encontramos un dato de la tijereta. El colega estadounidense les pone a las aves unos geolocalizadores en la cola, que lo que hacen es medir la puesta y salida del sol. Como la duración del día varía latitudinalmente, uno puede saber en qué posición estuvo del continente. Y también se pueden saber las paradas. Empezamos hace dos años a colocar estos aparatitos. Gracias a eso sabemos que la población de Buenos Aires va hacia el Caribe venezolano y que la migración dura una semana. Tiene alrededor de dos puntos de parada, por fuera de lo que es el Amazonas. Eso es explicable, porque la especie está asociada a zonas de pampas, abiertas. Esas zonas de parada, entonces, están relacionadas con las características de la especie.

–¿Cómo se orientan?

–Ahí vienen las difíciles. Una de las explicaciones que más se manejan es que se guían por las líneas magnéticas de la Tierra.

–Pero el campo magnético de la Tierra cada tanto se invierte.

–Pero cada mucho tiempo.

–Sí... Y si le metiera a un pájaro un imán de ferretería en la cabeza, ¿se desorienta?

–No lo sé. De todos modos, yo creo que debe haber muchos más factores. Debe haber algunas rutas aprendidas, por ejemplo. La orientación de los campos magnéticos puede estar diciéndoles “hacia allá”, pero el “hacia allá” es amplio. Yo creo que debe haber también una combinación de un mecanismo tal vez interno de los animales más ciertas cosas aprendidas, que en conjunto hacen que se siga una ruta particular.

–¿De a cuántas van?

–Uno puede ver que van de a 10 o 15 individuos, más o menos, y que a medida que se van acercando a la zona invernada se forman bandadas más amplias.

–¿Bandadas de cuánto?

–En una zona de Venezuela, por ejemplo, unos diez mil individuos.

–¿Y cómo empieza la migración? ¿Se levantan todas juntas o van saliendo de a poco? ¿Usted vio el comienzo de la migración?

–No. Recuerdo en mi adolescencia haber visto una migración de golondrinas, que pasaban de a varios cientos pero en grupos separados. Yo me imagino que la migración de las tijeretas debe ser medio similar: estimo que debe haber vínculos sociales entre individuos y eso es lo que determina los grupitos.

–¿Y qué vínculos piensa que son?

–Yo me atrevería a dar dos: padres e hijos y parejas reproductivas. En la zona de estudio encontramos que llegó un macho al mismo lugar reproductivo del año anterior y formó una pareja que no era la misma del año anterior (porque su pareja original no estaba). Y cuando llegó su pareja original, volvió a estar con ella.

–O sea que tuvo un affaire.

–Algo por el estilo.

–Cuando usted dijo que ese pájaro volvió al mismo lugar, ¿a qué se refiere?

–Al mismo árbol (más menos cinco metros).

–Es bastante impresionante que migren tantos kilómetros y recuerden tan precisamente su lugar de reproducción. ¿Cómo pueden recordarlo?

–No podría decirle. Supongo que tendrán zonas del cerebro vinculadas con la memoria espacial muy desarrolladas, que les permiten almacenar esa información.

–Y en los sitios de paradas, ¿se ponen en los mismos lugares año tras año?

–Lo desconozco. Pero supongo que sí.

–Usted cree, entonces, que la explicación de la migración de las tijeretas por falta de alimento no cierra.

–Creo que no cierra. Hay zonas de América del Norte donde eso sí funciona, pero acá creo que no.

–¿Y qué otro motivo podría haber para las migraciones? Uno es el que decía de la variación climatológica y de todo tipo que hubo de ese tiempo a esta parte.

–Hay otra cuestión, que es la herencia filogenética. Pertenece a un grupo de especies de aves que son migratorias: las ramas de nuevas especies que se van separando arrastran características de las especies ancestrales. Tal vez esta especie se originó a partir de otra especie migratoria y, de alguna forma, arrastró las características de esa especie migratoria.

–Es decir que habría grupos de genes de la migración.

–Yo no sé si se encontró algún gen en particular de la migración, pero obviamente tiene que haber alguna base genética. Si no, no se explica.

–¿Cómo se puede codificar una acción (“migremos”) en el ADN? Es complicadísimo pensar en eso.

–Pero piense que hay muchas de ese tipo. “Comamos”, “no nos dejemos matar”. Uno es a veces un poco reduccionista y piensa que las acciones son producto de un gen puntual. Pero no es así, eso es muy simplificador. En el ser humano, evidentemente, hay menos genes que características o proteínas. Eso indica que hay una base genética, pero que el producto de esas expresiones genéticas produce nuevas características que no están relacionadas directamente con el genoma. Yo no creo que la migración se deba a la presencia de un gen en particular.

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Tyrannus Savana, o como se lo conoce usualmente, tijereta.
 
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