Silencio en la noche, el músculo duerme
menos en la pierna diestra de Riquelme.

Hay una asamblea reunida de urgencia.
Tema: Qué ha pasado y sus consecuencias.

Tienen la palabra los isquiotibiales
y hacen su descargo: tareas normales.

El cómodo glúteo deja por sentado
que si hubo problemas no fue por su lado.

El par de gemelos luce rozagante,
igual que los rectos de atrás y adelante.

Uno a uno, todos los presentes dicen
no sufrir de golpes ni de cicatrices.

Se queda en silencio, dolido, a un costado,
un músculo triste, que está desgarrado.

El aductor tiene rotas varias fibras
y el corazón mismo lo siente hecho trizas

Sabe que no puede callar la desgracia:
que no habrá Riquelme por varias semanas.

Una culpa oscura le carcome el alma
Hasta que se anima y toma la palabra:

“Es triste el destino de los aductores”
aduce sin ira, broncas o rencores.

“Nadie nos recuerda cuando funcionamos,
gestamos paredes o hacemos un caño.
“Si Román ha puesto una sutil cortada
de los aductores nadie dice nada.

“Gol de tiro libre, toque o asistencia
nunca existirían sin nuestra presencia.

“Pero si palmamos, entre sinsabores,
hasta soportamos motes de traidores.

“Tanto picapiedra nos usa y maltrata
y luego se queja, maldice su pata

“Román es distinto: nunca una puteada
un gesto, una queja botona a la gamba.

“Siempre que se mueve nos pide permiso,
hace el movimiento más puro y sencillo

“Por eso me duelen las fibras cortadas
pero más me duelen las penas del alma”

Y el aductor supo que en esa asamblea,
todos comprendían su rabia y su pena.

Hasta que de pronto llegó un mensajero
Con un telegrama y se lo leyeron:

“Aductor querido, no nos abandones;
mirá que tenemos que salir campeones.

“Mejorate pronto, tenemos apuro.
Si no, para todos se acaba el laburo.

“Un abrazo grande, argento y bostero”
Lo firmaban: Ischia, Coco y Panadero.

Silencio en la noche, ya todo está en calma.
No duerme Riquelme, insomne, en la cama.