CULTURA › LA DIVULGACION DE LIBROS CIENTIFICOS PARA EL GRAN PUBLICO CRECE Y SE MULTIPLICA

Los lectores quieren saber de qué se trata

En los últimos años, matemáticos, astrónomos, físicos, biólogos y químicos asomaron las cabezas por fuera del laboratorio para compartir sus saberes. Varias editoriales canalizan la inquietud y la curiosidad de chicos y grandes.

 Por Silvina Friera

“Publica o perece”, ése es el dilema shakespeareano de los científicos que producen papers como carta de presentación y revalidación ante la comunidad científica. Pero en la Argentina, en los últimos años, matemáticos, astrónomos, físicos, biólogos y químicos están asomando las cabezas por fuera del laboratorio para compartir un puñado de saberes que, encerrados entre cuatro paredes, pueden volverse inútiles. La divulgación para el gran público crece y se multiplica: libros de pequeños formatos, con un lenguaje ameno y accesible, que abordan la matemática como una de las bellas artes, que se meten en la cocina para demostrar que jugar al cocinero no es demasiado diferente que jugar al científico; textos que enseñan a mirar el cielo, a seguir los astros noche tras noche, o a bajar la vista para observar el maravilloso mundo de las hormigas.
La editorial pionera, que apuesta a interesar a los más chicos, es Iamiqué, que dirigen Carla Baredes e Ileana Lotersztain; la colección “Ciencia que ladra” (Siglo XXI), a cargo de Diego Golombek, ya lleva publicados 12 títulos y está por editar dos novedades: Demoliendo papers, compilado por Golombek, y Matemática, ¿estás ahí?, de Adrián Paenza (ver aparte). Eudeba tiene una colección infantil, “¿Querés saber?”, pero está por lanzar una para adultos, “Ciencia joven”; Libros del Zorzal publicó su primer libro, Leyendo a Euclides, de Beppo Levi, y tiene varios títulos más en el campo de la divulgación-ensayo como La ignorancia debida, de Marcelino Cereijido y Laura Reinking.
“Los científicos se están dando cuenta de que es necesario contar lo que hacen, y esto se debe a un recambio generacional. Las nuevas generaciones son mucho más permeables a esto de contar de qué se trata, porque nuestros héroes de la ciencia, Leloir, Houssay y amigos pensaban todo lo contrario, que era una pérdida de tiempo”, dice Diego Golombek, especialista en Biotecnología en salud humana, director de la colección “Ciencia que ladra” y coordinador del área de Ciencia del Centro Cultural Rojas. “Desde el periodismo hay una creciente presión a favor de las ciencias porque a la gente le interesa, en muchos diarios hay secciones fijas y a veces esas páginas son las que más se leen. Hay todo un público que está esperando este tipo de noticias porque están fascinados con el Discovery Channel o el National Geographic.”
En algunos manuales de divulgación científica para la televisión, por ejemplo, el de la BBC, se señala que hay que incluir dinosaurios, volcanes y animales. “Algunos temas están más en el candelero que otros: todo lo biológico y biomédico pega mucho por la información que la gente tiene a través de los medios de comunicación: los proyectos Genoma, la clonación”, precisa Golombek, y recuerda que cuando desde el Rojas organizaron el ciclo de charlas “Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”, comprobaron que la matemática cotiza en alza para el público que llenó la sala. “La divulgación de la matemática es un desafío, siempre entrás por el lado de la lógica, los enigmas y los problemas y eso le encanta a la gente, el asunto es no quedarte en eso para hacer divulgación sino utilizarlo como puerta de entrada, como excusa, para hablar de una disciplina en la que hay un mundo por descubrir. Los matemáticos son místicos, están en otro universo del cual podemos ver como destellos cuando están bien contados”, sugiere Golombek.
A Carla Baredes, una física inquieta, curiosa e hiperkinética, la mandaron “a lavar los platos” en 1996, cuando se quedó sin la beca de investigación en el Conicet. Su colega, la química Ileana Lotersztain, sufrió similar suerte. “Teníamos la fantasía de hacer libros de ciencia que fueran interesantes, que estuvieran construidos sobre las preguntas que hacen los pibes, y no las que pretenden los programas de la escuela, y la pregunta de un pibe tiene que ver más con lo cotidiano de la ciencia. Es muy raroque un chico te pregunte qué dice la segunda ley de Newton”, subraya Baredes. Y así crearon juntas ediciones Iamiqué en el año 2000, nombre que surgió de la prepotencia de trabajo, y de los proyectos que imaginaban, cuando les decían que no tenía sentido fundar una editorial. Preguntas que ponen los pelos de punta 1 fue el primer libro escrito y editado por Baredes y Lotersztain, quienes ya tienen 12 títulos publicados. “El chico busca respuestas, no tiene prejuicios con la ciencia y eso lo hace más rico que un adulto porque no tiene prejuicio en preguntarte una pavada; en general esas preguntas son las más difíciles”, plantea Baredes. Preguntas que ponen los pelos de punta está basado en una pregunta que le hicieron a una de las autoras: ¿por qué moja el agua? “Contestar esa pregunta fue terrible y tuve que investigar mucho para poder responderla”, confiesa Baredes. “Hay un fenómeno de especialización de la lectura porque hay muchas ofertas para ocupar el tiempo y entonces empiezan a aparecer los lectores especializados: el adulto que lee solamente ensayos o libros de economía; en los pibes se da muchísimo esta especialización. Hay chicos que leen muchos libros de información, pero son incapaces de leer un libro de cuentos.” Para Baredes lo más interesante de la divulgación científica es que desacartona las ciencias. “Si el adulto no entiende un libro de divulgación, la falla está en el libro, no en el lector, porque la divulgación tiene que estar pensada para el que no sabe.”
Pablo Amster, doctor en matemática e investigador del Conicet, autor de La matemática como una de las bellas artes (Siglo XXI), opina que hay más difusión no sólo por los libros que se publican sino también en los medios de comunicación. “La gente, que pensaba que la ciencia era inaccesible, busca explicaciones a ciertos fenómenos, y como surgen muchas aplicaciones nuevas en medicina y biología que son difundidas por los medios, los lectores quieren entender de qué se trata”, señala Amster. “Me interesa mostrar que en la matemática hay un fuerte componente estético, que hacer matemática es bastante parecido en muchos aspectos a hacer arte –explica–. Los matemáticos hablamos en términos estéticos, incluso desde el punto de vista más ingenuo. Cuando decimos que un teorema es lindo, buscamos demostraciones a veces más elegantes que otras, hay algo que tiene que ver con lo expresivo. Si fuera nada más que una lógica fría, uno no tendría la necesidad de encontrar nuevas demostraciones de los teoremas. Hay muchísimas demostraciones distintas del teorema de Pitágoras, y como depende de tu enfoque o de tu manera de disfrutar de las matemáticas, te van a gustar algunas más que otras, porque algunas pasan más por lo visual y otras por lo formal.”
Quién no pensó alguna vez, durante una clase de matemática, que los logaritmos son fríos, complejos, inexpugnables. Quién no tuvo, quizá, alguna pesadilla la noche anterior a un examen. “El problema básico es que la belleza de la matemática no es tan fácil de aprehender –sostiene Amster–; para disfrutarla hay que entender lo que se está diciendo, hay toda una sintaxis y una cuestión de lenguaje que requiere un cierto entrenamiento.” En su libro, Amster relaciona la matemática con la poesía. “Un poema también maneja cuestiones abstractas. El poeta chileno Huidobro decía que cada poema componía un mundo y en algún sentido cuando uno crea una teoría matemática está inventándose un mundo.”
Leopoldo Kulesz, además de editor de Libros del Zorzal, es matemático. “No creo que haya un auge de la divulgación científica, la curiosidad de la gente estuvo siempre, el tema es que hay editores, periodistas o comunicadores que hoy plasman en libros o en programas de televisión ese interés, pero no me animaría a decir que a la gente le agarró más curiosidad”, dice Kulesz, que en agosto lanzará la colección “Formación Docente” en matemática, dirigida por Patricia Sadovsky; son cinco libros que plantean temas de geometría, de álgebra, de razonamiento y demostración, o qué es enseñar matemática hoy en la Argentina. Para Kuleszsí hay un momento importante en cuanto a la publicación de libros de divulgación en el país. “¿Cuál es el rol del científico?”, se pregunta. “En matemática noto que hay muy poco interés y reflexión sobre cómo usar los conocimientos aprendidos, por qué investigar, qué investigar, para qué investigar, con quién investigar. La divulgación es una pata más de acercamiento a la sociedad.”

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Los libros vienen en pequeños formatos, con un lenguaje ameno y accesible.
 
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