DEPORTES › LOS DE BIANCHI EMPATARON SOBRE LA HORA Y DEFINIERON EN LOS PENALES

Otra vez Boca: la leyenda continúa

En un partido para recordar por las emociones, con grandes goles y notables figuras –sobresaliente lo de Pipino Cuevas–, una vez más Boca venció a River en instancias finales. Los de Pellegrini estaban 3-2 pero empató González sobre la hora. Y Boca se impuso por penales.

Fue un partido entretenidísimo, con todos los ingredientes, como para dejar satisfechos a todos, más allá del ocasional resultado. Desde el arranque, con el extraordinario gol de Pipino Cuevas en una noche inspirada, hasta el final, cuando el toque agónico de González tras doble caño se metió en el arco de River y terminó cerrando el por entonces impensado empate. Después llegaron los penales y la resolución prolongada hasta los últimos disparos: el desviado de Zapata y el toque seguro de Caneo, otro que tuvo su noche especial. Y fue de Boca, que no fue más sino en la red. Pero para qué más, se dirá. La leyenda continúa.
Nada mejor para ejemplificar lo que fue este tercer superclásico estival que contar los goles. Había empezado mejor Boca cuando River llegó, y cómo. Pipino recibió de Ludueña y tres metros afuera del área le dio el zurdazo a media altura. Muñoz –que no la había tocado aún– apenas la rozó. Golazo a su palo izquierdo. Hacia el cuarto de hora Boca tuvo sus minutos mágicos y River –desorientado en el fondo, marcando en línea– posibilitó el hechizo: primero Moreno dio a Caneo que resolvió de zurda al primer palo ante Buljubasich y enseguida llegó la que será memorable: centro de chilena de Ibarra, pechito y definición de chilena de Moreno. De no creer. El empate merecido de River llegó cerca del final del primer tiempo. César González desde el suelo la dejó corta al sacarla al corner y el Chacho reventó la red. Justicia.
Lo más bello lo hizo Pipino el Grande a los tres del segundo. Entró al área con pelota dominada, esquivó a Crosa, caño a González y zurdazo arriba... Maravilla paraguaya: 3-2 y parecía definitivo. Sin embargo, un centro frontal sobre la hora, rebote, y González que la toca, pasa entre las piernas de uno, del arquero también... y adentro. De no creer.

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Toda la felicidad del chico Miguel Caneo, decisivo en la definición del clásico.
El juvenil de 19 años anotó un gol en el partido y el penal que decretó el triunfo de Boca.
 
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