¿Qué hacer cuando una final dura sólo dos minutos? Con 88 por delante, al Athletic de Bilbao sólo le quedó ser impotente y privilegiado espectador de la “oda a Pep”, una exhibición de fútbol por parte del Barcelona para decirle adiós con un nuevo título al entrenador que más alto y lejos lo llevó en su historia. Con dos goles de Pedro y uno de Messi en la primera mitad, antes de la media hora de partido, Barcelona superó 3-0 al Bilbao de Bielsa y se quedó con la Copa del Rey.

La definición fue una no-final. Si el himno español, abucheado con fuerza inédita por miles de aficionados vascos y catalanes, se fue en llamativos y escasos 27 segundos, la esperanza de conquistar un título tras 28 años de espera se les esfumó a los rojiblancos en 120. Eso tardó Barcelona en anotar el 1-0 con un gran Pedro. Y Leo Messi había avisado en la primera jugada del partido que estaba enchufado, motivado al ciento por ciento. Y ya se sabe lo que sucede cuando una orquesta sinfónica como la del Barça tiene a su solista con todas las luces encendidas.

Al borde de la línea de cal, Guardiola observaba feliz su obra. Tito Vilanova, su hasta ahora “número dos” y desde hoy nuevo técnico, sonreía. Y en las tribunas, comenzado el segundo tiempo y con los vascos ya un tanto apagados, el “Guardiola, Guardiola” entonado como agradecimiento y homenaje. Ante un partido que dejaba de serlo apenas comenzado, a los hinchas del Barça les quedaba disfrutar y recordar. Hacer balance de cuatro temporadas que les cambiaron la vida como futboleros y que se resumen en un gran juego, pero también en 14 títulos de 19 posibles: tres Ligas, dos Copas del Rey, dos Ligas de Campeones, tres Supercopas de España, dos Supercopas de Europa y dos Mundiales de Clubes. O en estas cifras: Guardiola dirigió al Barcelona en 247 partidos oficiales, de los que ganó 179 (72 por ciento), empató 47 (19 por ciento) y perdió sólo 21 (9).

Tropezón, más que tropiezo, fue el de Bielsa, el DT que, aunque en otra dimensión, también revolucionó la historia del Athletic con su amor por el trabajo, por la pelota y por mejorar a los jugadores. Se llevó su segunda paliza en una final y dejó abierta la discusión entre los hinchas de si se puede jugar tan de frente ante el Barcelona. Y la pregunta de si seguirá la próxima temporada. Esa “honestidad brutal” en la que Bielsa cree firmemente le funcionó con un trepidante 2-2 en noviembre bajo la lluvia de Bilbao, pero no en la calurosa noche de Madrid, en la que los azulgrana dieron forma a una máquina de fútbol para cerrar la mejor despedida posible.