DEPORTES › OPINION

Estar a la altura del desafío

 Por Gustavo Veiga

Cuando se juega contra los mejores del mundo y se los percibe casi inaccesibles, cuando se viene de décadas de amateurismo en un deporte profesionalizado, cuando se sufren derrotas en cadena, la victoria tiene un valor supremo. Se la ansía, se sueña con ella, se vuelve casi una obsesión que pone a prueba el temperamento. Los Pumas la merecían, pero no anoche. Ya había pasado su momento. Contra Australia dio la sensación de que se quedaron sin nafta. Que los cegó el cansancio. Cometieron demasiados penales, no tuvieron buena obtención y las chances de try fueron casi nulas.

Hicieron mucho más para merecerla contra Sudáfrica, cuando en Mendoza le taparon un kick a Marcelo Bosch y llegó el try con que empataron los Springbooks 16 a 16. O contra los Wallabies en Gold Coast, cuando estaban 19 a 6 arriba y con 24 minutos por jugar perdieron 23 a 19. Pero pasaron los mejores pasajes de un torneo super exigente, inédito, inalcanzable hace un par de años y Los Pumas se quedaron sin esa victoria deseada.

Está claro que era importante, pero no lo único. Daba para ilusionarse con ella cuando Los Pumas arrancaron en el Personal Rugby Championship. Y se robusteció la idea cuando nadie los vapuleó hasta el partido anterior con los All Blacks. Basados en su muy buena defensa con el tackle como bandera, en la mejoría notoria en formaciones como el line (que en otros tiempos era un karma) y en la desinhibición para atacar con la pelota, Los Pumas igual estuvieron a la altura de un desafío histórico: jugar un torneo oficial entremezclados en la elite del rugby mundial. No hubo papelones y sí mucho reconocimiento de los adversarios.

El debut en el torneo de las Cuatro Naciones ha sido sólo el primer paso. La falta de una competencia regular, del roce indispensable con las potencias, ya es una materia aprobada. Se llegó a esa meta que servía como excusa para ciertas deficiencias del pasado –apenas disimuladas por el coraje del seleccionado o sus hazañas—; pero ahora es el momento de mantenerse junto a los grandes. Los Pumas son mucho más que una marca: son un equipo, de eso se trata, y al que nadie le regaló nada. Lo que ganó, se lo ganó en la cancha, aunque no haya disfrutado de esa victoria soñada.

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