DEPORTES › RAMON HEREDIA, UN EMBLEMA DEL CLUB CAMPEON

Un Cacho de San Lorenzo

Después de jugar, dirigir y vivir durante 40 años en España, volvió a la Argentina para ver consagrarse al conjunto de Boedo.

 Por Adrián De Benedictis

El regreso al barrio de origen siempre resulta saludable. Y si el tiempo que transcurrió fue generoso, las emociones suelen ser todavía más fuertes. Como el fútbol tiene destinos impredecibles para sus protagonistas, el retorno, muchas veces, roza lo imposible. Sin embargo, hay alguien que eligió reencontrarse con las calles de su infancia sólo por el desafío de poder volcar todo lo aprendido en España, donde se instaló desde hace décadas. Ramón Armando Heredia, mundialmente conocido como “Cacho”, se ubicó de nuevo en Lanús a la espera de una oportunidad.

Heredia fue un marcador central elegante, que arribó a San Lorenzo cuando tenía 12 años y no paró hasta llegar a la Primera División. Como su juego asombraba al mundo, a los 21 fue vendido al Atlético Madrid, donde se convirtió en un referente rápidamente. “A los europeos les parecía raro porque yo salía siempre jugando desde el fondo y ellos estaban acostumbrados a que los defensores le pegaran para adelante”, cuenta hoy, a los 62 años. Del ’73 al ’79 permaneció en el Atlético, después pasó al París Saint Germain francés y en el ’82 probó despedirse en Sarmiento de Junín, pero una lesión en el tobillo se lo impidió y sólo participó en algunos encuentros amistosos. El físico lo obligó a retirarse a los 30 años. Siguió en Argentina hasta el ’91, cuando se fue definitivamente a Madrid a iniciar su carrera como director deportivo del Atlético.

El ex marcador central se convirtió en una fuente de consulta permanente para el presidente en ese entonces, el polémico Jesús Gil y Gil, en todo lo relacionado a incorporación de jugadores y entrenadores. Y cuando había problemas de conducción, Gil y Gil no dudaba en darle un lugar para que se haga cargo del equipo. De esa manera dirigió en dos períodos al Atlético, y luego condujo a instituciones del ascenso en España, que también estaban bajo el poder de Gil y Gil, como el Cádiz, el Marbella, el San Padro y el Avila. De todas maneras, Heredia nunca dejó de recibir llamados cuando el Atlético necesitaba asesoramiento para contratar a un “mister”, como llaman a los técnicos. Inclusive hoy, el actual presidente del club, Miguel Angel Gil Marín, hijo de Jesús, lo sigue llamando para escuchar su opinión.

–¿Por qué decidió volver al país con una situación social tan compleja?

–Porque quiero sacarme una espina. Lo que a mí me intriga es poder entrenar a un equipo de acá y ser alguien. Pero no alguien para el fútbol, sino para uno mismo. Antes los entrenadores duraban un año como mínimo, y ahora eso no ocurre más. En España también cambiaban mucho a los técnicos, pero luego lo fuimos modificando.

–¿Es tan grande el desafío de dirigir en Argentina?

–Quiero dirigir porque quiero transmitir lo que yo hice en el fútbol de Europa. Lo que aprendí al lado de grandes entrenadores. Cuando llegué a España era todo “cojones” y los defensores le pegaban de punta. Yo no hacía lo que hacían ellos porque no lo sentía. Y si no me dejaban hacer eso me hubiera vuelto a Argentina. En mi época, con San Lorenzo íbamos a ganar a todas las canchas, no importaba el lugar.

–¿Y ahora estuvo siguiendo al San Lorenzo campeón?

–Sí, cuando juega de local voy siempre.

–¿Qué fue lo más importante para que ganara el título?

–Creo que recuperó la estabilidad como club, recuperó la seriedad como institución. Ahora los jugadores saben que lo que le prometen se lo cumplen. Y eso empieza por el presidente y el resto de la comisión.

–¿Qué le rescata en relación a la táctica?

–Lo más fuerte que tiene es la explosión en ataque.

–¿Hay algún jugador que lo sorprendió más?

–(Héctor) Villalba. Todavía no está muy catalogado para la prensa y se va a tener que adecuar a las críticas, pero tiene un futuro enorme.

–¿Por qué cree que a muchos técnicos argentinos le cuesta repetir en el exterior el éxito que tuvieron acá, por ejemplo Bianchi?

–Creo que a Bianchi no lo entendieron los jugadores ni los directivos. En la Roma duró pocos meses y en el Atlético no se adaptaron a su estilo. Hay técnicos que con poco te arreglan la clave del motor y hay otros que con mucho no saben cómo encontrar soluciones.

–¿Los dirigentes tienen más incidencia allá sobre el equipo?

–En Europa no hay ningún dirigente que grite los goles de su equipo como lo grita aquí un directivo. Allá se sientan en su palco y parecen momias. Además, la educación es diferente. El presidente que llega, por ejemplo a Madrid, arriba un viernes y el partido es el domingo. Los días previos lo llevan a comer a los mejores restaurantes de esa ciudad. Allá no existe llevarse mal con otro presidente porque no le ha pagado algo.

–¿Y con qué se encontró Argentina?

–Uno siempre estuvo bastante informado de lo que ocurría acá. Y en ese tiempo yo venía una o dos veces al año, cuando trabajaba para el Atlético Madrid, pero venía a ver a chicos del interior y no estaba más de 15 días. Cuando yo me fui éramos indios que tirábamos con flechas, ahora tiramos con un revólver. Lo más penoso es que le vayan a robar y a pegar a los abuelos, que viven con una jubilación. Eso es muy triste y me choca.

–¿Puede soportar todo eso para permanecer en Argentina?

–Es que yo quiero estar tres o cuatro años y poder exponer lo que aprendí en el fútbol. Si uno expone cuadros y nadie le compra, algún problema tiene que haber. O el que compra no sabe de cuadros o compra siempre lo que tiene “tiras”, que allá se le dice a lo que tiene prestigio. Esas cosas son las que hay que cambiar. Ahora, en España, se habla de que se vive mal. Hace poco un amigo mío se fue a vivir allá y me dijo: “Yo quisiera vivir con lo mal que tiene España y quedarme en España”. Eso es tremendo. Yo llevo 40 años viviendo allá, y se está mal porque entró mucha migración al país. En la época de la construcción de edificios entraba cualquiera, el que no sabía poner ladrillos ponía ladrillos y las paredes estaban todas inclinadas. Fue el boom. Así le fue a España.

–¿Quién paga esas consecuencias?

–La gente trabajadora. Porque el rico se hace más rico, y cuanta más pobreza hay, más ricos hay.

–¿Y qué fútbol intenta imprimirles a sus equipos?

–Me gusta como juega Vélez, también me gusta Newell’s. Ahí creo que hay que estar agradecido que tenemos un entrenador como (Gerardo) Martino, que ha ido a un club difícil y que ha dejado mucho en Newell’s. Lo que está haciendo ahora le va a venir muy bien al fútbol argentino.

–¿Su espejo es el Barcelona?

–Es que hay que tener los jugadores para jugar de esa manera. El problema que hay aquí es que los futbolistas no asimilan el trabajo táctico. Eso es como cuando vas a la escuela y te enseñan la letra A, la B y la C. Yo veo acá un juego con muchos golpes, con jugadores que se tiran al suelo. Pero también veo un equipo como Arsenal, con mucho trabajo táctico y donde cada jugador sabe las cosas que son útiles para el equipo. (Omar) De Felippe también me gusta y (José) Romero dejó mucho en All Boys. Acá se cambiaron los roles, hoy en las principales ligas se intenta jugar, como en Alemania y en España, también en Italia, y acá nos olvidamos de jugar.

–¿No cree que el círculo de los técnicos acá es muy cerrado, muy selecto?

–Lo que pasa es que los directivos están confundidos. Uno escucha que para dirigir en la B Nacional hay que buscar un técnico con experiencia en esa categoría. Eso no lo comparto. Si a vos te interesa un entrenador, tenés que tenerle todo preparado para que se sume, y no que el entrenador venga a proponer. Eso es lo que no entiendo de acá.

–¿De esa manera, considera que primero los dirigentes tienen que tener claro cómo quiere que juegue su equipo para luego contratar al técnico?

–Claro. Si no no se entiende. En Independiente dijeron que necesitaban un técnico que conozca la B Nacional, y el que está dirigió en la B y mucho tiempo en Primera. No creo que sea así como dicen. El Atlético Madrid se fue al descenso en un desempate con el Oviedo, que lo dirigía Luis Aragonés, que fue campeón de Europa con la Selección y condujo mucho al Atlético. Cuando descendimos lo fuimos a buscar de rodillas para tratar de ascender. El nos dijo que no conocía nada de la Segunda División y le explicamos que nosotros le íbamos a poner el material necesario para que pueda formar un buen equipo. Y así se logró ascender.

–¿Lo sorprende este buen momento de (Diego) Simeone en el Atlético?

–Para nada. El tenía todo a favor: jugó en el Atlético y la gente lo quería. Las condiciones ya las había mostrado, fue una gran elección.

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“Volví a Buenos Aires para poder dirigir en el fútbol argentino.”
Imagen: Guadalupe Lombardo
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