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“Me hubiera gustado salir a cacerolear en diciembre”

Gabriela Sabatini, a seis años de su retiro del tenis profesional y a poco de cumplir 32, reparte sus días entre Miami y París, pero vuelve esta semana a la Argentina porque quiere “trabajar en algo útil, porque es muy triste que un país tan rico esté como está”.

Por Sebastián Fest
Desde Miami
En pocos meses se cumplirán seis años de su retiro, pero la distancia que separa a la Gabriela Sabatini tenista de la Sabatini de hoy podría medirse en siglos: tímida y huidiza en sus épocas de jugadora, la argentina es hoy una mujer que habla con seguridad y sin temor sobre cualquier tema. Lo primero que llama la atención en Sabatini es su figura. Su aparición en el vestíbulo de entrada de un lujoso hotel cinco estrellas de la isla de Key Biscayne obliga a la mayoría de los hombres a posar su mirada en ella: delgada, alta, con un jean ceñido al cuerpo, perdió kilos y músculos desde su retiro, y hoy exhibe el físico de una modelo.
“Me siento en mi mejor momento, nunca estuve tan bien”, confirma a pocas semanas de cumplir 32 años. Siente, de alguna manera, que está disfrutando de una segunda vida: “Quiero experimentar todo lo que la vida me puede ofrecer”. ¿Absolutamente todo? “Todo, todo lo que pueda”, responde convencida y clavando la mirada mientras arrastra sus pies descalzos por la playa.
Tras su retiro en octubre de 1996, Sabatini dio un giro radical a su vida. La raqueta se perdió en el fondo de un armario, comenzó a viajar por placer y a dedicar más tiempo a sus negocios: una línea de perfumes, otra de relojes y otra de ropa de vestir. Aunque aún le cuesta definir un rótulo que reemplace al de “ex tenista”.
“Si tengo que llenar un formulario pondría empresaria, aunque prefiero no ponerme un título, diría que soy alguien que está intentando conocer lo más que puede de este mundo. Se me abrió un mundo nuevo, aunque todo viene del tenis, que es de donde se me conoce. Le estoy totalmente agradecida al tenis”, asegura.
–¿Duele el país a la distancia?
–Pienso todo el tiempo en Argentina, constantemente pienso qué puedo hacer por Argentina. Me dan rabia los políticos y la gente que miente y roba. Hubiera querido participar del cacerolazo de diciembre, me hubiera gustado salir y agarrar una cacerola ese día.
–¿Y por qué no lo hizo?
–No podía, la fama lo complica todo. Pero lo bueno de aquel día es que gente de todas las clases sociales se volcó a las calles. Y aunque las soluciones no hayan llegado aún, creo que es bueno descargar tanta rabia y frustración.
–¿Cómo maneja el hecho de vivir varios meses en Estados Unidos o Europa y el resto en un país con tantos problemas como Argentina?
–Sabiendo cómo se vive en mi país, cuando vengo a Estados Unidos o a Europa me parece un mundo irreal. Veo el lujo y comparo, siento que Argentina está más cercana al mundo real. Aunque está claro que a nosotros también nos gustaría vivir así. Vuelvo esta semana a Argentina, y lo que más me duele allá es la gente cercana a mí sin trabajo. Argentina es muy triste, un país tan rico que increíblemente está como está. A veces el país te genera la sensación de querer irte, de que todo es negativo y no hay fuerzas para soportar tantas cosas negativas.
–¿Y qué puede hacer por Argentina?
–Me gustaría trabajar en algo útil. Quiero armar una fundación, aunque aún no sé bien qué. Lo que sé es que quiero apuntar a varios países, entre ellos Argentina, quiero ayudar a los niños y luchar contra el hambre.
–¿Cuántos sets jugó desde su retiro?
–Muy pocos. Creo que los dos únicos fueron la exhibición con Kournikova, en 2000. Aquella vez me tuve que entrenar un poco, y en ese período habré jugado día por medio durante un mes. Pero fuera de eso no toqué la raqueta más de diez veces en estos cinco años y medio.
–¿Es Kournikova la Sabatini del tercer milenio?
–Creo que la comparación es por lo que ella puede aportar fuera de la cancha. No hay dudas de que es muy linda y muchas compañías pueden trabajar con ella, algo que también hice yo. En el tenis es diferente. No sé cuál es la razón por la que no despega, porque juego tiene para estar arriba. De hecho ha estado. Quizá no está todavía convencida y no se quiere meter de lleno.
–¿Coincide con la suiza Martina Hingis, ex número uno del mundo, que alguna vez se quejó de sus dificultades para encontrar hombres?
–Sí, me pasa lo mismo, intimido a los hombres. Veo que a veces no se acercan mucho. Depende de dónde, pero en Argentina pasa mucho, ahí tengo una imagen muy fuerte. Afuera menos, están más acostumbrados a ver gente famosa. Entiendo que Hingis se ponga de novia con un deportista, porque en una relación así no hay miedos, los dos están en lo mismo.
–¿Teme quedarse soltera?
–Por ahora no me preocupa no formar familia. Experimento cosas que tenía ganas de que me pasaran. El año pasado, por ejemplo, viví tres meses en París. Y me puse a pensar que con una familia o hijos no hubiera podido hacerlo. La familia y el esposo pueden esperar, pero me encantaría que eso se dé en algún momento. Siento que estoy preparada para compartir con alguien mi vida.
–¿Tiene relación con la que fue su gran rival, la alemana Steffi Graf?
–Tuve contacto con Graf durante la preparación de la exhibición que íbamos a jugar hace un año y medio. La escuché bien, y se lo dije: “Se te escucha muy bien, muy contenta”. “Sí, la verdad que estoy muy bien”, me dijo aquella vez. Nunca volvimos a hablar.
–¿Se sorprendió al enterarse del romance, matrimonio y paternidad de Andre Agassi y Graf?
–Sí, lo de Graf y Agassi me sorprendió bastante. Hoy lo pienso y me parece algo loco que hayan tenido un hijo. Si ese chico juega al tenis va a ser cosa seria.
–¿Cómo va su proyecto de ser cantante?
–Sigo estudiando canto, pero por ahora no hay un proyecto sólido. Aunque me sigo perfeccionando, para lanzarme tengo que querer estar otra vez en la vorágine de viajes y promociones. Y mi idea era tranquilizarme un poco.
–¿Va a seguir el Mundial de fútbol?
–¡Claro que voy a seguir el Mundial! Creo que Argentina, Francia y Alemania son las favoritas, y que Brasil será la desilusión.

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“No pude salir con una cacerola porque la fama lo complica todo”, asegura Gabriela Sabatini.
“Lo que más me duele allá es ver a la gente cercana a mí sin trabajo”, señaló la ex tenista.
 
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