DEPORTES › GASTON GAUDIO GOZO DE LOS PRIVILEGIOS DE SER CAMPEON

Le hizo un golazo al Arco del Triunfo

Posó como hacen los ganadores de Roland Garros y anoche se embarcaba rumbo a Buenos Aires. Gran avance en el ranking.

Por Sebastián Fest
Desde París

El festejo comenzó a lo Gaudio, pero terminó nada menos que ante el Arco del Triunfo, con el flamante campeón de Roland Garros alzando el trofeo de campeón con una de las postales más emblemáticas de París como fondo. La cadena Al Jazeera, que emitió las dos semanas de Roland Garros para todo el mundo árabe, era uno de los medios presentes en L’Etoile, y Karim Alami, ex tenista marroquí, el encargado de entrevistar a un Gaudio que sigue sin creer del todo que el campeón sea él.
Pero lo es: apenas horas después de la dramática final ante Guillermo Coria, la prestigiosa Tennis Magazine francesa salió a los kioscos con Gaudio en la portada. Todo va muy rápido en la vida de la nueva estrella.
Para la muy especial noche del domingo, Gaudio prefería algo sin lujo, sin exageraciones. Si hace siete años el brasileño Gustavo Kuerten alquiló un salón en el Ritz para celebrar su inesperado título, el argentino optó por recorrer en la noche parisina un par de locales como un turista más.
Tanto miedo tenía el argentino de imaginarse campeón de Roland Garros, que a la hora de festejar su sorprendente éxito nadie había previsto dónde hacerlo. El día y la noche si se lo compara con el derrotado Coria, que ya tenía reservado un hotel donde celebrar el que creía que sería su primer título de Grand Slam.
Veintisiete años después del título de Guillermo Vilas en París, los dos protagonistas de la final argentina recorrieron caminos diferentes. Gaudio cenó en un restaurante a escasos metros de la avenida de Champs Elysées, y luego pasó un par de horas en un bar-discoteca a pasos de su hotel.
Antes había pasado como una estrella fugaz por la embajada argentina, en la exclusiva Avenue Foch, la misma en la que Vilas tiene su piso parisino. La desorganización marcó la recepción encabezada por el embajador Juan Archibaldo Lanús. Al entrar al salón, Gaudio fue recibido con un estruendoso “Argentina, Argentina” por parte de los 40 y pico asistentes.
No hubo foto ni discursos, pero sí un acoso importante de algunos medios e insistentes pedidos de fotos y autógrafos al nuevo campeón. Superado por la situación, Gaudio huyó de la embajada tras permanecer unos pocos minutos en ella.
“Si esto es la fama, prefiero volver a como estaba antes”, había dicho la noche del domingo a este cronista, tras un maratón de ruedas de prensa y diálogos con medios escritos y televisivos.
La cena fue casi íntima. Su entrenador, Franco Davín, su preparador físico, Fernando Aguirre, un par de amigos, un responsable de prensa de la ATP y el modelo Iván de Pineda. La sorpresa llegó más tarde, cuando el sueco Mats Wilander, ex número uno del mundo y tricampeón de Roland Garros, llamó preguntando si podía sumarse al festejo. “¡Por supuesto!”, dijo Gaudio de inmediato, alucinado por compartir la fiesta con un ex jugador como Wilander.
A un par de kilómetros, del otro lado del Sena, Coria cenaba junto a unos veinte familiares y amigos en un restaurante ítalo-argentino en St. Germain, el mítico barrio latino cada vez más copado por el turismo.
Coria seguía obsesionado con la derrota, una derrota que no imaginaba y aún no se perdona. Analizó una y diez veces lo sucedido en los dos matchpoints que no pudo aprovechar, en una continuación de la sesión de psicoanálisis que había hecho horas antes ante la prensa de todo el mundo. Su próxima escala es el césped de Queen’s, hacia donde voló ayer.
Gaudio, en cambio, apuró sus últimas horas en París, almorzando en el Café Ruc, frente al Louvre, y llegará hoy a Buenos Aires, cancelando así su presencia en los torneos previos a Wimbledon.
El programa es, para desesperación del nuevo campeón, apabullante: rueda de prensa en el aeropuerto de Ezeiza, encuentro con los medios al día siguiente en un hotel de Buenos Aires, presentación en algún programa de televisión y, si nada se tuerce, recepción en la Casa Rosada con la presencia del presidente Néstor Kirchner.

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Gastón Gaudio posa con su trofeo en el tradicional Arco del Triunfo de l’Etoile, en pleno París.
 
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