DEPORTES › EL FRACASO DE JOSE MEOLANS EN LOS JUEGOS

“Tengo que pedirles disculpas”

Por Sebastián Fest
Desde Atenas

Si 20 años no son nada, ¿qué serán 40? Bastante para el deporte argentino, que tras el fracaso de José Meolans en Atenas cumplirá, en Pekín 2008, cuatro décadas sin ubicar a uno de sus hombres en una final olímpica de natación.
“Quiero pedir disculpas a toda la gente que confió en mí. Vine a estos Juegos con el objetivo de meterme en alguna final, y no lo pude conseguir”, dijo Meolans al borde de la piscina, tras quedar séptimo en su serie de los 50 metros libres con una pobre marca de 22s90.
Meolans cerró así unos Juegos decepcionantes. Fracasó en los 100 metros libre –donde quedó 24º– y en los 50, aunque lo que más llamó la atención fue lo lejos que quedó de sus marcas personales.
El sudafricano Lyndon Ferns, el de peor marca en avanzar a semifinales, nadó en 22s53, y al brasileño Fernando Scherer, buen conocido de Meolans, le alcanzó con 22s52.
Los 22s90 de ayer están a kilómetros del registro de Meolans de 22s42, lo mismo que le sucedió el martes, cuando con 49s98 segundos para los 100 pareció un fantasma del hombre capaz de nadar la distancia en 49s27.
El último nadador argentino en disputar una final olímpica en natación fue Luis Alberto Nicolao, en México 68. Nicolao es además el único argentino en haber batido un record mundial, el de los 100 metros mariposa, el 27 de abril de 1962, en Río de Janeiro.
Meolans disputó la novena serie en una mañana que marcó también la eliminación en la distancia de dos megaestrellas como el ruso Alexander Popov y el holandés Pieter van den Hoogenband. Pobre consuelo para el argentino, que hace cuatro años en Sydney se quedó a sólo 11 centésimas de su primera final olímpica, pero que en Atenas retrocedió.
“Pedir disculpas es lo único que me queda”, insistía el campeón mundial de los 50 metros libre en piscina corta. “Ahora no puedo analizar lo que hice, pero tengo que revisar en qué fallé técnica y tácticamente”, agregó.
“No logré trasladar la potencia de las prácticas a la carrera, donde la adrenalina es otra, y también motivan los rivales”, admitió. Aseguró haberse deshidratado tras competir el martes. “Me cayó mal la comida y estuve vomitando, pero no hay excusa, porque antes estaba bien.”
Orlando Moccagatta, el entrenador de Meolans, siguió mudo, tal como en la primera prueba, pero su pupilo ya adelantó que habrá cambios luego de que se presente en octubre en Indianápolis para competir en los mundiales de piscina corta.
“Me voy a tomar unas vacaciones y después me replantearé qué hacer con mi vida. Independientemente del resultado de acá, yo pensaba seguir compitiendo. Quizá me dedique exclusivamente a los 50 metros y deje los 100”, aventuró.

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