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Fischer, cerca de la libertad

El gobierno de Japón dio un giro de 180 grados y podría liberar al ajedrecista, en lugar de decidir extraditarlo a los Estados Unidos.

Después de pasar varios meses preso en Japón y cuando parecía que todos los recursos legales que podían impedir su extradición a los Estados Unidos estaban agotados, Bobby Fischer, el mejor ajedrecista de la historia, tiene ahora una esperanza de recuperar su libertad. El Ministerio de Justicia nipón estimó que podría estudiar la salida del gran maestro hacia Islandia, el país donde se consagró campeón mundial en 1972 y que recientemente le otorgara la ciudadanía en reconocimiento a su trayectoria.
Recluido desde el pasado julio en el Centro de Detención de Inmigrantes de Ushiku, al nordeste de Tokio, Fischer podría ser autorizado por el gobierno japonés a viajar a Islandia, según reconoció ayer la ministra de Justicia del país, Chieko Nono. “Si tiene la nacionalidad islandesa, entiendo que es legalmente posible para el señor Fischer abandonar nuestro país, y en caso de que pueda darse tal situación, creo que las autoridades de Inmigración considerarán el asunto de la manera apropiada”, afirmó hoy la funcionaria. Hasta ayer, los funcionarios de Inmigración japoneses le habían negado a Fischer esa posibilidad.
El 13 de julio de 2004, Fischer fue detenido en el aeropuerto internacional de Narita, cuando intentaba viajar hacia las Filipinas con un pasaporte estadounidense que había caducado. El ex campeón mundial era buscado por la Justicia de su país, que lo acusaba de haber violado un embargo impuesto por el gobierno de Bill Clinton contra Yugoslavia, en 1992. Aquel año, el controvertido jugador aceptó jugar en Belgrado contra el ruso Boris Spassky, en lo que significó una suerte de revancha del recordado encuentro que le permitió obtener el título mundial 20 años antes, precisamente en Islandia. Tras esa partida, Fischer cobró 3 millones de dólares y viajó a Budapest, Hungría, donde se recluyó en una especie de ostracismo.
Mientras se encontraba en prisión, los admiradores japoneses del ajedrecista pagaron un equipo de abogados para que representase al ex campeón mundial. Los letrados fueron agotando todos los recursos legales que existían con el propósito de concederle la libertad e impedir su extradición. Habían conseguido que Islandia le otorgase asilo y un pasaporte, pero las autoridades migratorias japonesas se negaron a liberarlo. Argumentaron que no era un perseguido político y que debía responder ante la Justicia de Estados Unidos.
Pero Islandia le concedió una nueva ayuda a Fischer. En una sesión celebrada el lunes, el Parlamento islandés decidió nombrarlo ciudadano en un último intento por frenar su extradición y que parece haber logrado el resultado esperado. “No veo ninguna razón para que su detención continúe más tiempo”, afirmó Masako Suzuki, una de los abogados de Fischer.
El Ministerio de Justicia japonés decidirá ahora si libera a Fischer una vez que reciba desde Reikjavik y a través de medios diplomáticos una notificación formal de que el gran maestro tiene concedida la nacionalidad islandesa.

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Bobby Fischer, en la época en que jugó en Belgrado.
 
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