DEPORTES › ITALIA: FESTEJOS E INCIDENTES

Otra vez el Coliseo vivó a los gladiadores

Hubo 600 mil personas en el Circo Massimo romano, pero también una disputa diplomática con el vice del Senado y el embajador francés.

Mientras el presidente italiano, Romano Prodi, recibió a la selección de Italia campeona del mundo en el palacio de gobierno y 600 mil personas colmaban la zona del Coliseo para celebrarlo, el embajador francés en Roma, Yves Aubin de la Messuziere, censuró al vicepresidente del Senado italiano y ex ministro de Silvio Berlusconi, Roberto Calderoli, por insultar a la selección francesa, en lo que puede derivar en un incidente diplomático entre ambas naciones.

Calderoli, perteneciente a la Liga Norte, de tintes racistas, dijo ayer: “La de Berlín ha sido una victoria de nuestra identidad, donde un equipo que reunió lombardos, calabreses, napolitanos y vénetos ha vencido a una formación que ha perdido, sacrificando por el resultado su propia identidad, al alinear a negros, musulmanes y comunistas”.

Las palabras de Calderoli, que tuvo que dimitir del gobierno a principios de año tras colocarse una camiseta con una viñeta de Mahoma y que en febrero pidió al Papa que llamase a una cruzada contra el Islam, tuvo una inmediata reacción de censura y crítica del embajador francés en la capital italiana, que las calificó de despreciables. “Las declaraciones de Calderoli sobre la multietnicidad del equipo francés son inaceptables y despreciables”, dijo el diplomático, que añadió: “Estas declaraciones sólo pueden provocar el odio racial”.

El jefe del grupo de los Verdes en la Cámara de los Diputados, Angelo Bonelli, ha afirmado que las palabras del vicepresidente del Senado “son dignas de un representante del Ku Klux Klan”. “Nos avergonzamos de que se hayan podido pronunciar palabras similares contra una gran nación de antigua tradición democrática y de tolerancia”, agregó Bonelli, que pidió al presidente del Senado, Franco Marini, que censure ese “comportamiento incivil”.

Ajeno al episodio, Prodi recibió a los jugadores en el Palazzo Chigi, al que la delegación llegó desde el aeropuerto con dos horas de retraso. En su discurso, dio las gracias a los integrantes de la selección por “haber devuelto la alegría de vencer en equipo”, por “haber recordado que con fatiga, sudor y empeño se consiguen los resultados”, por “haber devuelto al Calcio la dignidad” y por “haber dado a Italia, un país que se divide en exceso en ocasiones, una ocasión extraordinaria de unidad nacional”.

Cerca de 600 mil personas homenajearon luego a la selección en el Circo Massimo de Roma, al que llegaron los azzurri –esta vez con cuatro horas de retraso, cerca de las 23– en un ómnibus descubierto con la Copa en la mano del capitán Fabio Cannavaro. La cifra duplicó la reunida el domingo apenas terminada la final de la Copa del Mundo. Hinchas llegados desde casi toda Italia se unieron a los romanos para “ver la Copa” y para saludar a sus nuevos ídolos, a sus nuevos “gladiadores”, como muchos de los presentes corearon.

Los jugadores subieron al gran palco allí instalado con los acordes de música que evoca a los gladiadores y la presencia de nuevos fuegos artificiales y saludaron a los hinchas, que aclamaron a sus ídolos uno a uno. Pero el acto más emotivo llegó casi al final, cuando Cannavaro, con un micrófono y subido a una valla, entonó el “Gianluca Pessotto, Gianluca Pessotto”, en recuerdo al ex jugador de la Juventus que se debate entre la vida y la muerte en un hospital turinés. Fue seguido por los aplausos y el coro de los aficionados presentes.

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Cerca de seiscientos mil personas se reunieron en torno del Coliseo romano.
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