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Con los mismos colores

Por Diego Bonadeo

La vocación futbolera –más que cinéfila, por cierto– del chico que uno fue conserva en la memoria la nitidez de los personajes Mario Boyé, wing derecho; Tucho Méndez, insider derecho; y Alfredo Di Stéfano, centroforward. Boca, Racing, Huracán, River y Real Madrid de la década del ’50 en aquella película, cuya trama quedó casi totalmente borroneada cincuenta y tantos años después. Con los mismos colores, así se llamaba aquella historia filmada en tiempos en que “los mismos colores” eran los de la Selección Nacional que ganaba sudamericanos pero no participaba en mundiales: por lo menos no en los de 1950 en Brasil y 1954 en Suiza. Canchas casi llenas (a veces llenas del todo), mucha radio y diarios y nada de tele, camiones que llevaban hinchas y no bondis que llevaban barrabravas escoltados por los federicos o los bonaerenses, siempre las mismas camisetas salvo cuando había posibilidad de confusión y los locales se ponían “la de cambio”, referís vernáculos o ingleses pero siempre de negro. El marketing eran los sombreros, los caños, las rabonas, los goles, y asomaban los sponsors que con modestos carteles anunciaban Cinzano o Thompson y Williams o por los parlantes de la cancha cantaban “Venga del aire o del sol, del vino o de la cerveza, cualquier dolor de cabeza se quita con un Geniol”.
No es que todo tiempo pasado sea mejor. Simplemente, todo tiempo pasado es pasado. Otros tiempos son, también simplemente, otros tiempos. Pero... La marketinera provocación a dos puntas –a los hinchas de River y a los hinchas de Boca– que pergeñaron de consuno Nike y la dirigencia de Boca en el diseño de la camiseta azul con banda amarilla tiene la justificación falaz de “los mismos colores” y la poca creíble reflexión del supuestamente “comprometido-para- el-cambio” Mauricio Macri: “Es una camiseta con la que Boca jugó en 1907. Queremos que el hincha se enamore más al conocer la historia del club...”. Falta solamente que se proponga jugar en algún potrero de la calle Ministro Brin (donde nació Boca) y que la familia deudora de los cánones del correo recuerde haber estado allí cuando los goles de Pedro Calomino y los quites de Arico Suárez, mientras Pedro Pompilio insista en haber presidido la delegación que viajó a Europa en 1925 porque el ingeniero Mauricio estaba ocupado en financiar el fragote que apoyó a Uriburu cinco años después.

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