ECONOMíA › LA PELEA LAVAGNA-MOYANO ATRAVIESA EL GABINETE

Un ministro contra todos

Por M. M.

La pelea entre Roberto Lavagna y Hugo Moyano, que ayer escaló otro peldaño (“tiene una actitud soberbia”, “me hace acordar a Cavallo”, disparó el líder de la CGT), trasciende ese enfrentamiento. Más importante, las declaraciones del ministro alumbran sus diferencias de criterio con el ala política del gabinete nacional y hasta con el propio Kirchner, a la hora de encarar decisiones clave en la economía poscanje.
Hasta ahora, Lavagna venía mascullando en privado lo que él considera, con suavidad, “desaciertos” de sus colegas de gabinete o del Presidente. Las discrepancias son notorias, por lo menos, en tres cuestiones:
- Negociación salarial: como informó este diario, Lavagna cree que la etapa de los aumentos salariales por decreto está cerrada. Y siempre desconfió de las gestiones que Julio De Vido y Carlos Tomada llevaron adelante con empresarios de la UIA y sindicalistas para encauzar los aumentos salariales. Lo que más disgustó a Lavagna fue el entendimiento alcanzado con un grupo de industriales para fijar un piso a la recomposición salarial: como mínimo, 57 por ciento, es decir la inflación desde la devaluación.
- Renegociación de tarifas públicas: si fuera por Lavagna, las tarifas de los servicios públicos hace rato que estarían descongeladas por completo, incluyendo usuarios domiciliarios.
- Boicot a Shell y Esso: el ministro estima que el ataque del Presidente a Shell fue un exabrupto y hasta ahora no se preocupó demasiado por mover los resortes de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia para disciplinar a las petroleras díscolas.
A la inquietud que provocan en Lavagna estos temas se sumó, desde el exitoso cierre del canje, lo que él considera operaciones urdidas desde la Casa de Gobierno para mellar su imagen pública.
Connotados funcionarios de la Rosada desmienten las operaciones, pero se preocupan por aclarar que el ministro se muestra menos preocupado de lo que quisiera el Presidente por mejorar la distribución del ingreso y revertir la inequidad social.
Sea como fuere, desde las páginas del Financial Times –el influyente periódico inglés que actuó de lobbista de los acreedores privados–, Lavagna contraatacó en varios frentes. Al exagerar con que “existen riesgos de hiperinflación” si se otorgan aumentos salariales generalizados, envió una señal de que no convalidará nuevos ajustes por decreto ni acuerdos globales. Al decir que rechaza la idea de “renacionalizar empresas privatizadas” le habló al propio Kirchner, quien no descartó, ante la Asamblea Legislativa, la posibilidad de reestatizar servicios si las privatizadas no aceptaban las nuevas reglas de juego.

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