ECONOMíA › OSVALDO BARSKY POSTULA QUE LAS RETENCIONES SON INAMOVIBLES

“Ni Macri las sacaría”

El experto recomienda a los productores agropecuarios que asuman la imposibilidad de salir del nuevo esquema. “Es el corazón de la economía.” Sugiere discutir cómo usar el dinero.

 Por David Cufré

Osvaldo Barsky es investigador principal del Conicet. En este reportaje con Página/12 reivindica el esquema de retenciones móviles, sostiene que más que cuestionar su aplicación, habría que hacerla más efectiva.

–¿Las retenciones móviles ponen en peligro la continuidad de los productores más chicos?

–No hay pérdidas, ése es un discurso absurdo. Las retenciones operan sobre rentas extraordinarias. No las llamaría ni siquiera ganancias, sino ultrabeneficios que están muy por arriba de los costos. Los precios de los granos en el último trienio han aumentado a razón de 80 a 120 por ciento por año. Contra semejante suba no hay costo interno que haya crecido en esa proporción ni nada parecido.

–¿Pero existe un desplazamiento de productores pequeños y medianos por grandes pools de siembra?

–Lo que hay es un proceso de concentración del capital, no de la tierra. En la región pampeana hay mucho rentismo. La gente que tiene tierras está ganando mucho dinero, porque los precios han subido de manera extraordinaria. Pero nadie vende. Alguien que tiene 100 hectáreas, que en esa zona es poco, está recibiendo 150.000 pesos de alquiler al año. Por eso los pueblos están florecientes. Están ganando cinco o seis veces más que cuando eran productores. Hoy tenemos un actor nuevo que es el rentista. Y el productor mediano está sacando entre 50 y 100 mil dólares cada cosecha, según el caso, y eso dos veces al año. En donde sí hubo desplazamientos fue en el Norte, en provincias como Chaco, Formosa y Salta, con compras de grandes extensiones de tierra a precios regalados por la ampliación de la frontera agraria por las nuevas tecnologías de siembra.

–¿Cuáles son las ventajas y las desventajas de las retenciones móviles?

–Tiene importantes ventajas. La primera es la previsibilidad. Ahora queda muy claro para todos al iniciar su actividad cuáles son las bandas de precios con las que se van a manejar. Desaparece la discrecionalidad del funcionario. La segunda, que ha quedado tapada en el debate, es que la medida prevé la baja de las retenciones y hasta su desaparición si las condiciones internacionales cambian y los precios caen. La tercera es que se estimula la producción de maíz y trigo por sobre la soja y el girasol. Es lo que se venía reclamando, fortalecer la rotación de cultivos. No para que se siembre menos soja, sino para que pueda haber más maíz y trigo.

–¿Y las desventajas?

–Creo que la medida podría haber sido más sofisticada, en el sentido de tomar en cuenta no sólo la evolución de los precios internacionales de los granos, sino también cómo se mueven el tipo de cambio y los costos internos.

–¿Se le puede reprochar al Gobierno que no haya consultado la medida con las entidades rurales?

–El problema no es tanto la falta de consulta, porque seguramente la respuesta de las entidades hubiera sido negativa, sino que no se genere un debate profundo sobre la política agropecuaria. Una parte de la dirigencia del campo es pro Estado cuando está en problemas, entonces sale a pedir que los rescaten, y no quiere saber nada con el Estado cuando ganan mucha plata. El gobierno debería generar un debate de otra calidad. A esta altura, además, la debilidad de la Secretaría de Agricultura es pavorosa. Que no existe un buen ministerio de Agricultura, con capacidad técnica y poder de negociación política, es inconcebible.

–¿Sobre qué habría que debatir?

–Se debería discutir una Ley Agraria completa que tome en cuenta los intereses de todos: el Estado, los consumidores y los productores. Así funciona en países centrales como Estados Unidos, pero también en otros como México. Para afrontar los desafíos hace falta un Estado más capacitado, no menos Estado. El que tenemos está desvencijado. Lo que las entidades rurales deberían plantear es que con una porción de la recaudación por las retenciones se mejore la política de subsidios para que no aumenten los precios de los alimentos, que se invierta fuertemente en infraestructura para mejorar los caminos troncales, los ferrocarriles. Se necesitan montañas de obras para abaratar los costos internos. Y también que se invierta en tecnología. En ese terreno estamos muy atrás de los países desarrollados y también de vecinos como Brasil y Chile.

–¿Usted plantea mejorar el destino de los recursos?

–El debate tiene que ser profundo. Lo que la gente de campo debe entender es que con las retenciones no hay marcha atrás. Ningún político, ni Macri, va a salir de este esquema, salvo que sea un suicida. Es el corazón de la economía. Es lo que garantiza que los precios internos no se disparen, que haya superávit fiscal, que entren recursos para pagar la deuda y que se puedan acumular reservas. Si los productores agropecuarios no entienden esta cuestión no pueden discutir nada. Las retenciones son una condición necesaria del bienestar general, incluidos ellos.

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“Las retenciones operan sobre rentas extraordinarias. No hay pérdidas, eso es absurdo”, rechaza.
Imagen: Gonzalo Martinez
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