EL MUNDO › COMO LOGRAR UNA MAYORIA EN UN CLIMA DE DEPRESION ECONOMICA

La movilización total de George W.

Este martes se renueva un tercio del Senado y la totalidad de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. George W. Bush está en campaña para ganar en medio de la crisis económica.

George W. Bush quiere lograr el milagro de ganar elecciones en medio de una debacle económica. Y no ahorra esfuerzos para lograrlo: ayer continuó su gira de campaña republicana en la que exhortó a que los votantes de Georgia lo ayuden a recuperar el control del Senado, actualmente en ínfima mayoría demócrata, e hizo presencia en Tampa a favor de la reelección de su hermano menor Jeb Bush, en su reñida gobernación de Florida contra el bien posicionado Bill McBride, a su vez apoyado por el ex presidente Bill Clinton. Ante el poco entusiasmo de los estadounidenses en ir a las urnas el 5 de noviembre, Bush pidió especialmente a los republicanos que consigan llevar a sus amigos y vecinos. La finalidad, como dijo, es que su Partido Republicano pueda conservar o aumentar la mayoría que tiene en la Cámara de Representantes.
Bush usará toda su artillería en estos días de verdadera maratón que lo llevará de gira por diez Estados desde ayer hasta el martes, en favor de la elección de los republicanos en los Estados en los que se libran los duelos más cerrados entre ambos partidos. El presidente comenzó ayer por el sur del país, en Tennessee, Georgia y Florida. Es en este último Estado que se ve amenazada la futura reelección de su hermano. Su predecesor Clinton también hacía los suyo en la contraria: dirigiéndose a los votantes desde Miami, a 370 kilómetros de distancia, en apoyo al demócrata Bill McBride, un abogado retirado. Al Gore, quien fue el vicepresidente de Clinton y perdió las elecciones presidenciales de 2000 con Bush, precisamente en Florida y tras un confuso recuento de votos, también tiene previsto viajar a este estado para apoyar a McBride hoy y el lunes. Pero Jeb Bush encabeza la carrera electoral. Según un sondeo que publicó ayer el diario The New York Times, el gobernador lleva seis puntos de ventaja, con el 49% de la intención de voto, frente a un 43% de su rival.
Los electores renovarán el martes la totalidad de la Cámara de Representantes (435 bancas), 34 de las 100 del Senado y 36 de las 50 gobernaciones. Los republicanos esperan que el 60% de popularidad del presidente se refleje en las urnas, dándoles el control de ambas cámaras del Congreso, lo que no ocurre desde los años de la presidencia de Dwight Eisenhower, en 1953 y 1954. En tanto los demócratas esperan mantener el control del Senado, donde disponen actualmente de 49 bancas más un senador independiente que vota con ellos. Esto les garantizaba una mayoría de un voto, pero ahora comprometida con la muerte la semana pasada del senador demócrata de Minnesota, Paul Wellstone, quien fue sustituido en la campaña por Walter Mondale. Asimismo los demócratas sueñan con tomar el control de la Cámara de Representantes, esperando capitalizar la mala situación de la economía norteamericana, golpeada por los escándalos financieros como los de Enron y WorldCom, y preocupaciones cotidianas como educación, salud y jubilación.
A pesar de ser una campaña en la que los candidatos gastaron millones de dólares, en particular en agredirse mutuamente a través de publicidades televisivas, los electores no parecen nada motivados por ir a votar, en un país en que la participación electoral es tradicionalmente baja. Los índices de participación en las elecciones de mitad de mandato son bajos, por el orden del 35%, y el Partido Demócrata, gracias al poderoso apoyo de los sindicatos tiene una ventaja para movilizar a sus electores a último momento. Sin embargo, el resultado de las elecciones determinará quién controlará el Senado, la Cámara de Representantes y los puestos de gobernador, estos últimos muy importantes de cara a las elecciones presidenciales de noviembre de 2004. Así, la tarea de Bush es ardua en esta campaña. Tradicionalmente, estos comicios terminan con una pérdida en el Congreso para el partido que ocupa la Casa Blanca, aunque esta vez podría cambiar la balanza como consecuencia de la pulida campaña contra el terrorismo de los republicanos en el mundo pos-11 de septiembre.

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George W. Bush en un acto electoral en Tennessee, una de las escalas sureñas de su campaña nacional por el voto.
 
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